Correspondencia
Buenos Aires, 24 de febrero, 2051
Estimado jefe: 1
Bueno, amigo, acabo de recibir la correspondencia: gracias. Usted sabe que lo he servido bien durante años; no tenemos por qué guardarnos rencor, ¿no lo cree? Las cosas se han sucedido bastante tranquilas para mí hasta este punto: hace una hora que arribé al hotel —el heliauto estaba donde usted dijo: de nuevo, gracias—. De más está decir que no he sido abordado; en realidad, no debería sorprenderme: conozco a los cazadores: son hombres de palabra: «¡El jefe le ha dado 24 hs de ventaja!», estarán diciendo. 2 De seguro Miller levantará su ceja izquierda mientras asiente con aire taciturno; Ramírez convendrá tanteando su .45-D en el sobretodo, como siempre, como si la maldita cosa fuera a escabullírsele de un momento a otro; ¿Alonso? ¡Bah! Ya me lo imagino sorbiendo su… 3 No tengo mucho tiempo, amigo: sé que cuento con su palabra: ni usted ni los muchachos intentarán nada hasta pasadas las 24 hs, pero aun así la alarma sobre mi captura ha sido transmitida automáticamente a cada unidad en funcionamiento: acabo de ver un SREEA 4 volando bajo, y usted sabe cómo trabajan esas cosas.
Parece mentira… ¿A cuántos androides he eliminado en mi vida? ¿200? ¿300? No los recuerdo, ¿sabe? No recuerdo sus rostros, quiero decir. Días pasados, cuando arribé a mi casa, me detuve ante el espejo del vestíbulo —el espejo que usted me regaló como obsequio de cumpleaños, ¿lo recuerda?—: juro que no vi mi rostro; vi, en cambio, un hoyo.
¡Un hoyo, por todos los diablos!
En fin…
Me voy, amigo. Le agradezco nuevamente. Le agradezco que me lo haya hecho saber de la manera que lo hizo… 5 ¡Condenado hijo de perra! Cómo en los viejos tiempos, ¿eh?
¡Clavarme un puñal en mi maldita mano! 6 Como sea, ya no soy más el que persigue: soy el perseguido. Qué quiere que le diga: de nuevo la vieja historia del cazador cazado…
Bien, compañero: termino esta carta. De seguro no tendré problemas en encontrar la ZNEA 7. ¡Veinte años haciendo conjeturas con los muchachos sobre si la tal zona neutral existía o no, y ahora tengo un mapa en la gaveta del heliauto que me conducirá hacia ella! 8
¡Si supiera lo que acabo de imaginar! (Oh, sí, los androides también podemos imaginar, ¿sabe?) ¡Lo hubiera disfrutado a mandíbula batiente, créame!
¡Adiós, amigo! ¡Nos veremos en el infierno, qué diablos! 9
P.D.: ¡Oiga, jefe…! ¿Sabe qué? ¡Me ha «dado una mano» en todo este endiablado asunto, amigo! —¡Jeje!
Juan
(O debería decir… ¿J.U.A.N.? —¡Jeje!)
- El escribiente interrumpe el desarrollo de la nota: han sonado dos golpes en la puerta del cuarto. Se aparta de la consola del dresoire donde ha estado apoyado desde hace una hora; hurga en el interior de su chaqueta y extrae un revólver de alto calibre; se acerca a la puerta, la entreabre y pregunta de qué se trata. «¡Encomienda, señor!», responde una joven voz. El escribiente abre la puerta en su totalidad (antes ha reintegrado el revólver a su funda), recibe el paquete de manos del botones, cierra la puerta y retorna a su puesto ante el dresoire. Se queda mirando el paquete durante un minuto y medio. Recién entonces vuelve a tomar la e-pluma.
- El escribiente ríe.
- Algo distrae al escribiente: Se levanta y va hacia una pequeña ventana en forma de ojo de buey. Atisba el cielo nocturno. Descubre la máquina —una pequeña sonda que sobrevuela la ciudad a escasa altura— y vuelve a su mesa.
- Sonda de Reconocimiento y Erradicación de Entidades Artificiales.
- El escribiente ríe.
- El escribiente deja la e-pluma a un lado. Alza la mano y la contempla. Puede observarse un orificio en el medio de la palma. El orificio atraviesa la mano de lado a lado. El escribiente prueba moviendo los dedos. Finalmente, toma la e-pluma otra vez.
- Zona Neutral para Entidades Artificiales. Mito para los propios cazadores, la ZNEA fue ideada por los CPT —Cerebros de los Primeros Tiempos— y montada bajo tierra en un emplazamiento cuya ubicación callaremos para mantener el secreto.
- El escribiente interrumpe la escritura nuevamente: una idea ha atravesado como un rayo su cerebro positrónico: «¿Y si el jefe fuera también un androide como yo?» «¿Cómo supo lo de la ZNEA?» «¿De dónde sacó el mapa?» «¿Cómo sabía que yo era una entidad artificial?» El escribiente descarta las ideas que se aglomeran en su mente: «¡Al jefe le encantaría saber mi opinión al respecto!» Ríe, y vuelve a la carta.
- El escribiente deja la e-pluma y toma el paquete que ha recibido por correspondencia. Remueve el papel que lo protege y abre la pequeña tapa. Se queda mirando el interior con una expresión indescifrable en el rostro pétreo. Retira lo que parece ser una nota manuscrita. Lee: «Primero retire su mano —la dañada, se entiende—: no tiene más que aplicar el código que consigno a continuación: 23-72-∞-01-α. Verá que la mano gira sobre su propio torno —no se asuste: contenga la respiración—; cuando la extremidad defectuosa se zafe, tome la mano nueva, colóquela sobre el muñón torneado y teclee nuevamente el código: la refacción sabrá qué hacer. El Jefe.» El escribiente aparta la nota y descubre un teclado enrollable alfanumérico. Lo despliega e introduce el código. La reacción hace que suelte el teclado: la mano derecha gira sobre su torno emitiendo un zumbido. El escribiente se tapa la boca mientras contempla el proceso; finalmente la mano defectuosa cae sobre la mesa. El escribiente retira entonces la mano nueva de la caja (le causa gracia verla envuelta en una bolsa plástica: «Directo de fábrica», piensa), la coloca sobre el torno del muñón e introduce el código correspondiente: la mano gira sobre el torno hasta que se detiene, lista para el uso. El escribiente mueve los dedos a modo de prueba: responden vigorosamente. Se inclina entonces sobre la nota, pero cuando va a apoyar el extremo de la e-pluma sobre la matriz senso-receptora para enviar la esquela a un destino «X», repara en el espejo ovalado del dresoire; no resiste a la tentación y estira el cuello para mirarse en la superficie biselada: no ve nada: sólo un hoyo, un hoyo profundo y oscuro, como un pozo ciego. Una sensación lo invade en ese momento; recuerda las palabras de su jefe, pronunciadas tal vez la noche del festejo de su cumpleaños, cuando recibiera de su parte un espejo como presente: «A veces me siento como en un pozo, como si mi destino estuviera… bajo tierra.» El escribiente no puede evitar pensar en la locación de la ZNEA. Se vuelca de nuevo sobre la matriz de notas; piensa que debe garabatear algo como:»Conozco su secreto, amigo», pero cuando ya esgrime la e-pluma para volcar el nuevo mensaje en cuestión opta en cambio por escribir una simple posdata. Ríe al terminarla. Firma la nota. Se dirige a la puerta; husmea el exterior antes de salir; se marcha. Después de todo —piensa—, la correspondencia podrá llevar más adelante su mensaje de fraternidad.
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Me ha encantado;es como disfrutar de unos minutillos extras de BLADE RUNNER, una de mis favoritas de ciencia-ficción.Me gusta la ilustración.
Felicidades a los dos.
Dios, qué relato más extraño!!! Y sin embargo he disfrutado de la lectura!!! Me ha parecido muy interesante el recurso del hipertexto. Buen trabajo.
Y la ilustración es perfecta para el argumento!
Interesante. Yo creo que se puede ir más lejos: hasta las novelas de robots de Isaak Asimov ambientadas en Trantor. Me lo recuerda concretamente la forma de sacarse la mano averiada.
Fantástico relato el de Juan Manuel, siempre con su sutil ironía como marca registrada. Y fantástico su experimento de epístola hipertextual, una estructura narrativa verdaderamente original.
Permítanme también llamar la atención sobre la intensidad de las ilustraciones de Ferrán, de quien esperamos tener más pronto.
Un verdadero lujo, realmente.
Yep! gracias por la parte que me toca, realmente el relato es complicado de leer ( esto no quiere decir que este mal, sino que requiere un poco mas de atencion de la cuenta) respecto a la ilustración me gustaria haber podido detallarla un poco mas, sobretodo la parte del fondo de la ciudad ( se ve un poco chusca ), aunque parezca de risa la parte mas complicada para mi fue hacer un espejo antiguo pero con toques hi-tech, se que en el relato el espejo esta en el vestibulo, dando la impresión de que es un espejo de cuerpo entero, pero me tome la pequeña licencia de hacerlo de mano ya que uno de los puntos fuertes, a mi entender, era que el personaje no veia su propia cara sino un hoyo.
Intentaré ir comentando las ilustraciones que vaya haciendo ya que creo que es una buena manera de aprender y compartir ideas, criticas, consejos sin caer en siempre «buen trabajo…» » mola mucho…» que aunque ayuda a seguir adelante y da muchos ánimos no aporta a nivel creativo, no es que critique estos comentarios, pero personalmente me gusta saber tanto la opinion como consejos/criticas etc…
No me lio mas, gracias por los comentarios.
Ferran a.k.a. Bans
Muy interesante el recurso hipertextual.
Y la ilustración es extraña como el relato. ¡Creo que le va muy bien!