Colapso – Capítulo 5
5-EL CONSEJO DE ADMINISTRACION.
Un defecto.
Un defecto en el modelo de funcionamiento primordial del mundo. Eso es lo que dice el informe. Hay un defecto en el modelo de funcionamiento primordial del mundo. Y aquí empiezan los problemas. El mundo. ¿Qué mundo?
Una copia del informe permanece delante del campo de visión del Presidente, que poco a poco se está nublando debido a Dios sabe qué combinación algorítmica de cálculo de emociones y respuestas simuladas. Sin embargo, la palabra ‘defecto’ no se desvanece como el resto del texto. Sigue ahí.
No falta nadie en la sala. Todo el Consejo de Administración está presente. Aunque ese sea su nombre, en realidad se trata de un grupo de lacayos del Presidente, todos con su participación en la compañía, y por lo tanto, su participación en los beneficios; pero en una proporción tan mínima y con un poder de decisión tan limitado, que bien podría tratarse de una reunión familiar en la que está a punto de dictarse la voluntad del patriarca.
El orden en el que están sentados los miembros del consejo de administración es el orden marcado por el Presidente: seis a un lado de la mesa y, en simetría perfecta, seis al otro lado de la mesa. Sorensen en el frontal. Todo en orden, todos bien vestidos, impolutos. Todos visten traje gris oscuro, camisa blanca y corbata. Lo único que diferencia a algunos es el color de la corbata. El que hoy no haya elegido para su corbata el color corporativo puede que tengan algún problema.
El color corporativo de la compañía es el azul. El color más opuesto al azul es el rojo. El que haya elegido hoy el color rojo para la corbata puede que tenga algún problema.
El motivo de la reunión: Un defecto.
Un defecto.
Por lo tanto, ahora Sorensen necesita algunas explicaciones.
-¿Y bien?
Su pregunta favorita.
-Señor Presidente, he de indicarle antes de empezar que el informe del gabinete del Sr. Solanki fue recibido y analizado en el momento de su primera emisión, si bien fue leído en su día con cierto escepticismo.
Lo que pasa por el pensamiento de los miembros del consejo de administración de la compañía debe parecerse a lo que pasa por el pensamiento de un alumno de escuela primaria al que por sorpresa le acaban de hacer una pregunta de la cual no sabe la respuesta. Unos segundos y habrá pasado, el niño quedará en ridículo, y el profesor dirigirá la pregunta a otro desafortunado alumno. Sólo unos segundos y todo habrá pasado. Que conteste otro.
-¿Escepticismo? –Sorensen está dispuesto a hacer tan sólo preguntas. Inquisidor; esa ha sido durante años una de las cualidades por las que se le conoce. Inquisidor; le gusta la palabra. Él pregunta, el resto contesta, no importa quién. Es así como funciona.
-Sí, señor, los analistas contratados descartaron algunos de los condicionantes de los que habla el informe por ser… demasiado pesimistas.
Ningún miembro del consejo va a repetir en las respuestas; pasa tu turno, has salvado el pellejo.
-Caballeros, he leído todas y cada una de las páginas de este informe. Se les está hablando recurrentemente de un defecto en el modelo de funcionamiento, un defecto de fondo, algo que desde el principio no funciona, ¿me pueden explicar la forma en que se han pasado por alto tantas cosas como para que el informe nos inste a resetear el sistema y nadie haya hecho nada al respecto? No olviden que ustedes son tan responsables como sus subordinados de todo lo que ocurra en ARK.
Silencio.
Él había sido un simple programador, tan sólo quince años antes de iniciarse el Volcado. Lo recuerda muy bien. ¡Claro que lo recuerda, joder! El Volcado fue perfecto.
-Señor Presidente, tenemos pruebas concluyentes de que el sistema funciona excepcionalmente bien.
-Querrán decir ustedes ‘funcionaba’.
-El sistema se autorregula, señor Presidente, eso es algo inherente en él. Y es algo que usted aprobó antes del Volcado.
-¡Escúchenme! Recuerdo perfectamente cuándo aprobé y firmé el modelo económico. Y recuerdo perfectamente que se me presentó un modelo económico de mercado libre que seguía patrones regulares, un mercado libre que arrojaba constatemente buenos resultados. Se realizaron cientos de simulaciones, con todo tipo de variables. Señores, saben que las finanzas no son lo mío, y por eso me rodeé de los mejores, y por eso están ustedes aquí. Y por eso el Volcado les salió totalmente gratis a todos ustedes. ¿Y ahora me pueden decir qué es lo que ha fallado?
Las finanzas no son su punto fuerte. Sorensen no estudió economía, ni siquiera cuando fundó ARK. Él pertenecía a la parte técnica de la industria de realidades sintéticas. Programador. Tan sólo programador, sí, pero lleno de ambición. Sorensen se considera un ser superior en ese sentido. Sin grandes calificaciones académicas, supo aprovechar sus oportunidades, y ahora, cuando se ve sentado en la silla de Presidente, piensa en lo pusilámines y desdeñosos que son todos los que no han conseguido lo que él ha conseguido a base de esfuerzo y algún que otro golpe de suerte.
-Hay varios factores que han influido, señor Presidente. Para empezar, el hecho de que sea un sistema piramidal parece ser que tenía ciertos riesgos. Las aportaciones de capital provienen íntegramente de los fondos de pensiones iniciales, pero esos fondos nunca han sido ilimitados.
Los miembros del consejo de administración van exponiendo sus teorías, uno tras otro, como si de la misma persona se tratara, usando los mismos términos, en el mismo tono de resignada sumisión.
-Además, se trata de un sistema basado únicamente en el consumo de servicios.
Sorensen casi está perdido entre las palabras de sus interlocutores. Recuerda aquellos viejos días en los que, enmarañado en los cables de circuitería, perdía la paciencia y le entraban ganas de lanzar todo por la ventana. Ahora las palabras le parecen pequeños componentes de hardware preshistórico que se van perdiendo entre los microcables de su cerebro sintético. Y entonces vuelve sobre sus días de gloria, los días en los que ideaba junto a sus empleados el proceso del Volcado, aquellos días en los que tenía la sensación de estar haciendo algo grande, y decide llevar la conversación a ese tiempo, que es lo único que últimamente le trae buenos recuerdos. Su gran momento.
-Pero quisimos un sistema que fuera idéntico al sistema que había antes del Volcado.
-Bueno, señor Presidente, salvando las distancias.
Sorensen no cree lo que está oyendo. El Volcado fue perfecto. Ese grupito de inútiles académicos está calificando su gran invención de burda imitación.
-¿Salvando la distancias? Díganme, señores…. ¿Qué distacias son esas? El Volcado fue perfecto, en todos sus aspectos y matices, tuvimos más de cincuenta años, nada menos, cincuenta años para asegurarnos de que todo había ido bien. ¿Y ahora me hablan de distancias que hay que salvar? Díganme, señores, qué distancias son esas que hay que salvar.
-Bien, señor, el sistema económico anterior al Volcado se basaba en la creación de riqueza a partir de la producción de bienes, que creaba puestos de trabajo; el dinero ganado por el trabajo se utilizaba para el consumo de los bienes producidos. Existía un equilibrio entre la división del trabajo, los bienes producidos y los bienes consumidos. Cuando este equilibrio se rompía, ocurría un crack financiero o una crisis económica.
Pasa la palabra.
-Con el Volcado el sistema que se creó era sensiblemente…. Diferente.
-¿Cómo de diferente?
Otro miembro del consejo al que sólo se le distingue del resto por el color de su corbata, asume ahora el papel de alumno a punto de quedar en ridículo.
-Con el Volcado, señor Sorensen, la base del sistema, como lo decíamos antes, pasó a ser compuesta por los fondos de pensiones que aportaron los usuarios, los cuales, obviamente, no se utilizan para producir bienes, sino para pagar servicios.
-Permítanme recordarles que esos servicios son la base de nuestra economía. ¿Qué importa si en lugar de fabricar barcos y aviones, las personas ahora pagan por realidades sintéticas en las que viajan en barcos o aviones?
Otra corbata, la misma voz, el mismo dicurso.
-En realidad, sí importa, señor. Se trata de valores intangibles, es lo que quisimos en su día.
En tono condescendiente, Sorensen vuelve a los días anteriores al Volcado.
-No había elección para la Humanidad, caballeros, no lo escogimos, ARK salvó a toda la raza humana de morir en un planeta que se estaba convirtiendo en un desierto. No había elección, ARK preservó a la raza humana.
Si hubiera alguna forma de hablar en mayúsculas, habría dicho ‘raza humana’ en mayúsculas.
Silencio.
Otra corbata, misma voz, esta vez algo más titubeante, si cabe.
-Bueno….ejem… señor, ARK preservó a la parte de la raza humana que pudo pagar el Volcado.
-¡Y esa parte fue mucha gente! Inventamos este modelo económico que permitiera precisamente eso, que a partir de una aportación mínima al principio, y mediante re-invertir esos fondos en empresas de servicios de realidad sintética, a base de que esas realidades y sus diferentes niveles fueran utilizadas por los usuarios, esa mínima aportación fuera creciendo para poder mantener los soportes físicos, los cuales, les he de recordar, son indecentemente caros. ARK y sus propietarios estuvieron dispuestos a empezar la actividad con pérdidas, con grandes inversiones iniciales, si todo iba a contribuir a ayudar a la humanidad a salvarse de la extinción.
Sorensen no soporta que a veces el resto de los seres humanos no entiendan el bien que ARK ha hecho a la raza humana. Él puso al alcance de casi cualquier persona la posibilidad de escapar a la extinción que se acercaba. Puso al alcance de todo el mundo la vida soñada, la vida eterna, a cambio de tan sólo unos miles de dólares. Mucha gente lo vio como un negocio, y sí, negocio sí lo fue, pero lo importante era que él puso a disposición de la humanidad una vía de escape de la destrucción. ¿Acaso a nadie le recuerda nada el mismísimo nombre de la compañía?
De joven le encantaba leer las historias del Antiguo Testamento en las que el dios de los hebreos mostraba su poder para destruir o preservar a los seres humanos. Su relato preferido era el del diluvio universal. Toda la Humanidad barrida por el poder infinito de Jehová, a excepción de ocho personas que sí mostraron sumisión al dios del cielo y de la tierra. Era el relato perfecto: el bien y el mal, el principio y el fin, la vida y la muerte. ARK era el nombre perfecto para el vehículo que la malograda raza humana iba a utilizar como salvación. El poder de Dios y la salvación de ocho de sus hijos. Y un nuevo comiezo. Su poder y ARK. Y un nuevo comienzo. Ahora todas las personas podían considerarse hijos suyos.
Y entonces alguien viene y dice que hay un defecto de fondo en su gran arca de salvación. No puede ser.
-Bien, hasta ahora les he escuchado atentamente, y como siempre, hay cosas que puedo comprender y cosas que no puedo comprender. Pero al parecer, la situación requiere una acción rápida. Mi pregunta es: ¿Hay algo que hacer? Quiero decir, si lo que dice el maldito informe del gabinete del Señor Solanki que podría pasar ha de pasar, o si estamos a tiempo de hacer algo.
Silencio de nuevo. Nadie contesta.
-Les estoy preguntando, señores, si esta nueva situación va a acabar con nosotros y con la compañía.
Los miembros del consejo de administración simulan estar analizando datos del informe del Señor Solanki, y de los informes que sus subordinados han elaborado a partir de él. Pero en realidad no analizan nada, ya han hablado todos, han ido hablando por turnos, pero el círculo se ha cerrado. Hay que responder algo.
Entonces alguien improvisa una respuesta.
-De ninguna manera, señor, los mercados libres y competitivos que utilizamos son un sistema que no conoce rival para organizar las economías. Existen mecanismos de autorregulación que harán que la situación revierta en nuevos repuntes en los mercados. La economía es un mecanismo estable que se corrige a sí mismo. Debemos confiar en el mecanismo, señor. Así que se deberían analizar de nuevo los sistemas matemáticos en los que se basa el sistema financiero y replantearlos. Algo así como darle un pequeño empujoncito al sistema. Habría que deshacerse de algunos activos tóxicos que se han detectado y volver a dar confianza a los consumidores, es decir, a los usuarios. Parece ser que eso hoy no está ocurriendo, señor.
-¿Un pequeño empujoncito?
Le estaban hablando de un defecto de diseño del sistema y acto seguido aquel equipo de empollones y ratas de biblioteca comienza a utilizar diminutivos.
-Sí, señor. Pequeño. El sistema financiero, se podría decir que se comportaría como un cuerpo suspendido en el espacio al que si se le aplica una fuerza con una cierta aceleración asociada, es decir, un empujoncito, este tomará velocidades cada vez más altas en la progresión del tiempo.
De nuevo empieza la rueda de intervenciones de toda la gama de colores de corbata.
-Si solucionamos lo de los activos tóxicos, podremos ver dónde estamos exactamente con respecto al apalancamiento total de la economía. Parece ser que los problemas de liquidez se han producido debido a un ralentizamiento en la recuperación de créditos concedidos a usuarios en el momento del Volcado.
Diminutivos. La forma en la que una madre habla a su bebé. La forma en la que las niñas de la escuela primaria hablaban entre ellas. Individuos con sueldos multimillonarios utilizando diminutivos. Definitivamente, Sorensen se siente rodeado de niñitas con acné.
-Así que un pequeño empujoncito.
Silencio
-Está bien, el sistema está en sus manos, caballeros, denle el empujoncito que necesita, o empujón grande, o lo que sea.
Fin de la reunión. Sorensen no consigue entender nada. Un defecto en el modelo de funcionamiento primordial del mundo. Y nadie se había dado cuenta. Bueno, sí, el Señor Solanki, pero nadie le hizo ni caso. De hecho, él mismo tampoco le suele hacer demasiado caso. Siempre ha considerado a Solanki un soñador. Alguien que ha pasado por casi todos los niveles de realidad opcionales es un soñador.
Aunque le trae bastante sin cuidado; si por él hubiera sido, los niveles de realidad opcionales no habrían existido. O al menos que fueran opcionales. Fue cosa del Gobierno.
El Gobierno. Menudo atajo de vividores. Quien en realidad trabaja para el progreso es ARK, y él mismo. Y no el Gobierno. Sus teorías éticas y sus códigos religiosos. Y los niveles de realidad opcionales, algo que tan sólo sirve para tener a la gente desconcentrada, demasiado desconcentrada de su trabajo y de sus obligaciones.
Sorensen vuelve a recordar aquellos grandes días en los que configuraron la nueva realidad, lo que iba a ser el mundo real después del Volcado.
Después vino todo eso de los niveles de realidad opcionales, los movimientos de los grupos políticos y aquello de que el nuevo ser humano tenía la necesidad y el derecho de disfrutar de varios niveles de realidad. Y no pudo hacer nada al respecto, es lo único en lo que tuvo que ceder frente a las presiones de la clase política.
Niveles de realidad opcionales. Menuda gilipollez.
Hoy no tiene buen día, es como si todo estuviera ocurriendo lentamente, como una película en cámara lenta.
3 comentarios
Me va gustando mucho más el estilo narrativo, y la historia del volcado y las realidades son muy llamativas. La ilustración de Franki muy buena, sobre todo los personajes, (y ese reloj de cuco en la pared 😀 ) Tengo curiosidad por ver como acaba, sobretodo porque estamos entrando en una nueva era: aquella en la que la ficción puede ya ser un verdadero anticipo de lo que está por venir. Hace unos días me preguntaba a dónde nos conducirá la tecnología dentro de unos años y «Colapso» puede ser una buena premonición…
Mis más sinceras felicitaciones. Me he leido los 5 capítulos del tirón y me han gustado mucho 🙂
Un saludo!
Interesante el giro que va tomando la cosa… Me gustan las motivaciones de Sorensen.