Editorial


Exégesis es el Fénix que arde, se consume y vuelve a renacer de sus propios despojos digitales. Tras cada resurrección, nuestro sentimiento es el mismo: júbilo, acompañado por un hondo alivio. Porque tras cada ardor, este Fénix puede descansar en paz, aunque más no sea por unos breves segundos antes de que nuestro destino creador nos imponga volver a remontarnos a través de cielos cibernéticos, y a colarnos entre las infinitas ventanas de cristal líquido de nuestros lectores. No es un vuelo amigable, por cierto. Enfrentamos en nuestro ascenso la arremetida de nuestras propias limitaciones, las presiones editoriales, la falta de tiempo, de dineros… Quedamos, tras dos meses de vuelo y de sacudones, bastante magullados, bastante maltratados. Se siente el trajín en nuestros huesos; las ráfagas de obligaciones han descalabrado nuestras plumas; el ímpetu creador nos ha consumido hasta extenuar nuestras energías. Aún así, renacemos una vez más de nuestras cenizas. Tras dos meses de ardor enfebrecido, de un fuego rabioso que podría amedrentar aún al corazón más obstinado, la chispa sagrada de la ciencia ficción se mantiene viva. Sentimos, con cada bimestre que pasa, que son más almas las que se suman a esta hoguera compartida. Nuevos lectores nos descubren con asombro; nuevos colaboradores se suman a este averío desaforado. Entre ellos, nuestro staff cuenta ya con dos adquisiciones ansiadas y necesarias: Marc Roca y Peio Soria son nuestros nuevos responsables de publicidad. Está en sus manos la esperanza de que esta magullada ave de ensueño, que respira ciencia ficción y se alimenta de cómics, alcance los cielos definitivos. Apenas si hemos aprendido a desplegar nuestras alas y a pavonear nuestra mitológica belleza; sabemos que aún nos queda un buen trecho que recorrer. No perdemos la esperanza. A ella nos aferramos con segura ilusión. Y este número 12 es muestra de que nuestra fe no se ha corrompido. Desde su portada, Franki nos propone una impensada y bella metáfora de este Fénix vapuleado, que la ciencia ficción se empeña en rescatar. Y sin saberlo, también nos anticipa el tercer y último relato de la trilogía de robots encarada por Jesús Pérez, y que llega a su fin de la mano de Aitor Gascón. Pero esto no es todo. A las breves historias de siempre, se suman nuestras incondicionales -y ya ininterrumpidas- series: “Mi brazo robótico,” “Óxido,” “Nuestro discreto apocalipsis,” y el regreso de “Europa,” la esperada obra de Alex Monreal y Marc Roca.

Ya ven, Exégesis vuelve a renacer de sus propias cenizas, una vez más. No tenemos dudas de que nos aguarda la apoteosis, el fuego divino que arderá en nuestras alas cargadas de sueños, ciencia e imaginación. Es que estamos hechos para arder, y para renacer. Ustedes lo saben tan bien como yo:

Es que esto es ficción, ciencia ficción:

Esto es Exégesis.

1 comentario

  1. Me gustan las cenizas. Evocan en mí visiones de polvo interestelar. Iluminado por la luz de las estrellas crea formas y colores que los grandes telescopios nos muestran en todo su esplendor, pero tan lejanos que ningún ojo humano a visto directamente. Exégesis nos puede acercar a esas visiones contandonos historias, cosa que el telescopio no hace. ¡Bravo por otro numero que comienza!