Colapso- Capítulo 6
6-TRENT Y ASHLEY
ERROR DEL SISTEMA
Dolor.
Por lo que tiene entendido, la ausencia de dolor fue una de las principales prestaciones del Volcado. Para Trent fue un gran alivio el poder comprar aquellos maravillosos servicios que nada tenían que ver con los servicios médicos que utilizaba en los años anteriores al Volcado por culpa de los dichosos dolores de espalda.
Nunca más iba a experimentar aquel continuado y en algunas ocasiones sonoro dolor. A veces podía escuchar el sonido del dolor dentro de sus huesos como si mil millones de partículas microscópicas nadaran serpenteantes dentro del líquido de su médula espinal. Eso debía desaparecer y, de hecho, desapareció con el Volcado.
Hasta hoy.
Hoy acaba de bajar de su viaje lisérgico a pesar de que los códigos ‘Z’ no han funcionado. Les ha llevado horas a él y a Ashley llegar hasta el parque y regresar a la forma corporal anterior al viaje. Entrar en la espiral que habían sido sus cuerpos les ha dolido.
Han sentido dolor.
Y eso no estaba previsto.
El parque vuelve a ser el parque. La misma gente, el mismo clima, pero no es exactamente igual. Parece que los colores se están apagando, parece que los olores se están desvaneciendo, como si ya formaran parte del pasado, como si tan sólo fueran recuerdos codificados y almacenados para nunca más ser utilizados. Además, en los rostros de las personas no se aprecia expresión alguna; parece que tienen la mirada perdida. Ashley siempre ha sido muy observador. Antes del viaje de MLO se había fijado en un grupo que se divertía jugando a algún juego de telepatía colectiva y no paraban de reír. Pero ahora, las risas se habían vuelto… ¿cómo lo diría? No sabe muy bien lo que es diferente, pero el caso es que aquellas risas son diferentes.
-Trent, ¿qué ha pasado?
Si Trent lo supiera…
-No lo sé y además me cabrea no saberlo. Los códigos ‘Z’ eran los correctos, no habían fallado nunca. Hasta hoy. Eso es algo que no entiendo, pero tampoco entiendo muy bien quién o qué nos ha bajado de ahí arriba.
Los códigos ‘Z’ habían fallado. Pero algo ha ocurrido para que él y su amigo hayan podido volver de su viaje y se hayan podido fundir con su forma corpórea. Como gran distribuidor y usuario de drogas y sus correspondientes códigos ‘Z’, sabe perfectamente el funcionamiento de toda esa mierda. Cuando un código ‘Z’ falla, te quedas. Cuando un código ‘Z’ falla hay que volver a empezar de nuevo. Cuando un código ‘Z’ falla la has cagado. Cuando un código ‘Z’ falla hay que reiniciar. Cuando un código ‘Z’ falla, mueres.
Y ellos están vivos.
-Deberíamos estar muertos, Ashley.
Ashley no entiende esto último. La muerte está descartada. Nadie muere.
-Nadie muere, Trent. Explícate.
-Deberíamos estar muertos. Siempre te he tenido al corriente de los peligros de esto, amigo mío. El fallo de los ‘Z’ que acabamos de sufrir nos debería haber matado. El fin, stop, adiós.
La muerte es algo con lo que se cuenta cuando juegas con MLO. Lo que pasa es que Ashley es subnormal y no se entera de una mierda. La muerte es el resultado de tener que reiniciar. Y tener que reiniciar es lo mismo que morir. No recuerdas nada. Nada de nada. Así que estás muerto. Y sí que es verdad que nadie muere, pero ser reiniciado es morir. Trent conoce algunos casos de intoxicación por MLO. Y para él esos pobres están muertos porque no conocen a nadie, no recuerdan nada, así que lo de antes, lo que quiera que sea que habían sido antes, ha muerto.
Pero lo que de verdad intriga a Trent es el hecho de haber sentido dolor. Eso sí que es algo con lo que no ha contado hasta ahora.
-Trent, nadie muere. No conozco a nadie que haya muerto.
-Pues yo sí. Cuando te pasas con el MLO te mueres, y por eso gano tanto dinero con los códigos ‘Z’. Porque la gente sabe que si te pasas, te mueres. Y te lo he explicado varias veces, pero creo que no me escuchas. O no me quieres escuchar. Deberías hacerte una revisión.
-¿Por qué te metiste en esto? – Ashley desiste de expresar sus temores ante la posibilidad de morir y prefiere cambiar de conversación porque está muy asustado.
Trent intenta recordar las razones por las que se metió en el negocio de la distribución de drogas electrónicas. Y si bien no lo recuerda demasiado bien, o más bien no quiere recordarlo -retroceder en el tiempo para recordar sucesos lejanos en el pasado siempre le ha supuesto un trabajo demasiado arduo para el resultado obtenido- sí puede estar seguro de que lo hizo sin que nadie le indujera a ello. Fue por su propia voluntad. Todos sus recuerdos de antes de las drogas estaban almacenados según los niveles de realidad, y eso todavía le costaba más.
-Por dinero no, Ash, de eso estoy totalmente seguro.
Ashley conoce a Trent desde hace mucho tiempo, son grandes amigos, o al menos él lo cosidera así, aunque a veces tiene la sensación de que su sentimiento de amistad con respecto a Trent no es del todo correspondido. Sólo a veces, ya que Trent sí le demuestra de vez en cuando cierto nivel de aprecio e incluso interés en que las cosas le vayan bien. Se preocupa por él. Como si fuera su hermano mayor. Un hermano mayor que le suministra drogas electrónicas. Y sabe que Trent no necesita dinero, como tampoco lo necesita él.
Ellos dos compraron el Volcado al completo. El nivel de su inversión en ARK fue el suficiente como para tener el paquete de prestaciones al completo. Usuarios de todo. Sin contraprestaciones. Vivir sin trabajar, sin preocuparse, sin enfermar, sin cansarse. Costó un montón de dinero, pero ellos lo pudieron pagar. Así que Trent no se complicó la vida con las drogas por dinero.
-¿Entonces?
-Ash, ¿has estado alguna vez en otros niveles de realidad?
-Sabes que no.
-Yo sí.
Esa es la razón por la que a Trent se le hace difícil recordar algunas cosas. Sus recuerdos están fragmentados en capas según los niveles de realidad por los que se ha movido a lo largo de su vida. Su vida entera está fragmentada. Y tampoco tiene muy claro en cuántas capas están fragmentados sus recuerdos. Y luego vino todo eso de las drogas.
-Ash, me has preguntado por qué me metí en toda esta mierda. ¿De qué mierda hablamos? ¿Drogas? ¿Qué drogas? Un día me desperté y me di cuenta que cada maldito ser humano es drogadicto del eterno bienestar. Que cada maldito ser humano está enjaulado en una trampa de riqueza, y que las voces que escucha son diálogos lejanos. Que cada maldito ser humano tan sólo escucha el eco de su soledad no fragmentada.
Fragmentos.
Niveles de realidad. Entremezclarse con las otras clases. Un simple trámite administrativo. Había otra vida posible si a uno no le importaba ensuciarse un poco en el barro. En eso estuvo pensando durante semanas después de aquel día, que curiosamente Trent recordaba tan lúcidamente. El día en el que decidió que estaba cansado de vivir la vida que había comprado con el dinero heredado de su familia, de cuya procedencia se avergonzó siempre.
Vivir otra vida, otras vidas, cientos, miles, bajar a la arena, los leones esperaban. Gladiadores, magos, astronautas, buenos, malos, emperadores, guerreros, brujas, monstruos, policías, ladrones, dragones voladores, pilotos, jugadores de fútbol, superhéroes, contadores de historias, hadas, reyes, robots, hombres prehistóricos, boxeadores, gobernantes, traidores, valientes, cobardes, gangsters, dj’s, bandas de rock, seductores, camellos, matones, paladines, caballeros, ogros, enanos, cowboys, princesas. Y la eternidad por delante.
-Ash, ¿te das cuenta que la vida dentro de este submundo es un maldito juego de espejos?
Ashley intenta procesar lo que su amigo le está diciendo pero no lo consigue, quizá –piensa- porque no está preparado para ese tipo de cuestiones; pero entonces se da cuenta de que el bienestar prometido bien podría ser una droga más, una droga que hace años -¿cuántos?- dejó de ser placentera.
-No, Trent, no me doy cuenta porque no me preocupa, yo nunca he tenido las inquietudes que tú tienes, quizá porque no fui yo quien perdió a Evelyn; yo acepté la vida que compré, sin más, tú la compraste porque era la única vía de escape para olvidar lo que le ocurrió a Evelyn. Habrías podido elegir no vivir, no comprar el Volcado, fuiste de los primeros porque te urgía olvidar, y pensaste que el Volcado borraría de golpe lo bueno y lo malo.
Trent y Evelyn, los dos, sentados delante del mar, en silencio, tan sólo el sonido del viento. El día perfecto, el sol se extendía por encima del mar en calma en forma de un deslumbrante fulgor. El olor del mar lo rodeaba todo.
“Es perfecto.”
“¿El qué es perfecto?”
“Hoy todo es perfecto.”
“¿Pero?”
“Pero nada; es perfecto, si no pensamos en otra cosa que estar aquí los dos, solos, delante de la inmensidad, es perfecto, lo demás no importa.”
Y la sensación de querer llorar. Y no poder. Su cuerpo economizaba el agua, no podía llorar. Evelyn, sin embargo, sí podía. El cuerpo de Evelyn no consiguió adaptarse a la falta de agua, por eso la malgastaba, podía llorar, y a veces él la envidiaba. Recuerdos lejanos. Trent sí está seguro de sus recuerdos de antes del Volcado. Evelyn existía antes del Volcado. Evelyn no existe después del Volcado. Y después del Volcado es difícil recordar, quizá porque Evelyn no está. Quizá porque tiene la vida fragmentada en capas de datos. Ha sido un explorador de realidades y ficciones, y no precisamente en ese orden, mientras los de su clase envejecían de la única manera que este nuevo mundo permite: aburriéndose. Su existencia se reduce a un lienzo de recuerdos de Evelyn, al que se le están degradando los colores hacia el gris. El recuerdo de Evelyn permanece. El Volcado no fue tan perfecto como se le prometió.
-Ash, aquel día me desperté y empecé a pensar que mis recuerdos podrían no ser mis recuerdos. En el momento en que compramos el Volcado, dejamos de ser libres en el pensamiento y por lo tanto, en los recuerdos. Y eso equivale a no tener vida. Compramos una vida eterna fabricada a cambio de entregarles nuestras almas.
Trent desde aquel día ha pensado que sus recuerdos podrían no ser sus recuerdoes, podrían ser los recuerdos que alguien quiere que tenga por algún interés oscuro y no reconocible, recuerdos fabricados. ARK, en definitiva. Sabe cómo empezó todo.
Los recuerdos de después del Volcado se le presentan emborronados como si todo hubiera ocurrido durante una noche de borrachera, y los recuerdos de antes del Volcado, los de Evelyn, los de sus padres, los recuerdos de sus colegas de la universidad, los puede recuperar con una claridad y una definición perfectas. Puede que sea debido a los niveles de realidad.
Ashley nunca ha estado en un nivel de realidad diferente del nivel 0, pero sabe lo que implica saltar, siempre lo ha visto con cierta reticencia.
-¿Eso qué tiene que te ver con que te contaminaras en los niveles de realidad, Trent? ¿Acaso pensabas que ibas a encontrarte con Evelyn?
Evelyn otra vez.
No se adaptó. Los médicos no supieron hacer que se adaptara a la falta de agua. No llegó a tiempo. Por dos malditos años. Dos malditos años. Ahora se puede contraer o expander el tiempo a voluntad, ahora no importa, se acabaron los días, los meses, los años. Es curioso cómo se acostumbró la gente a dejar de preocuparse por la cuarta dimensión, el cuarto eje, la vara de medir de Dios. Ahora todos se creen pequeños dioses, porque pueden expandirse y expandir sus vidas por la eternidad entretejida con ceros y unos. Dos malditos años. Setecientos dos días para ser exactos. Evelyn no se adaptó, su cuerpo se secó. Y desde entonces, Trent se encuentra en una corriente de tiempo circular. El Volcado no acabó con eso. Desde entonces se encuentra dando vueltas en órbitas alrededor del planeta Evelyn.
-Cambiar de nivel de realidad no es muy diferente de vivir en el nivel 0, Ash, sencillamente, en los niveles superiores eres consciente de que no estás viviendo tu vida. El nivel 0 es una mierda. Así que me largué. Pero no me contaminé en los niveles superiores. No te imaginas lo bien que me lo he pasado en los niveles superiores. Con lo que me he contaminado de verdad es con las putas drogas. Y no me vuelvas a recordar lo de Evelyn.
Silencio.
El parque.
El color verde de los árboles del parque se está degradando hacia un gris apagado, como si una cortina de cenizas se estuviera extendiendo como un manto de relativa incertidumbre. El verde primaveral que se apreciaba cuando llegaron hace… (¿horas? ¿días?) ya no se ve.
Y el ruido ambiental está perdiendo las frecuencias agudas y se está conviertiendo gradualmente en un rumor grave parecido al que queda cuando se cierra la puerta del baño en un club nocturno. Como cuando se quedan los oídos embotados a causa de variaciones en la presión de la atmósfera. Como si el aire pesara más y estuviera cayendo inexorablemente con una insoportable y desproporcionada densidad.
Sin embargo, a pesar de que todo se está volviendo más oscuro y más imperceptible, una silueta que se acerca a sus campos de visión aparece con una definición perfecta. La silueta viste una camiseta de color rojo vivo y su cabello parece estar pintado de color… ¿púrpura?
Trent reconoce enseguida a quién pertenece la silueta.
-Ya sé quién nos ha sacado de ahí arriba.
Ashley observa atentamente a quien se supone les ha salvado la vida hoy. La forma en la que la pesona que se acerca mira a Trent hace que Ashley se dé cuenta de que su amigo y la otra persona ya se conocen.
-¿Qué te has hecho en el pelo, tío?
La persona de la silueta en alta resolución y con el cabello de color púrpura sonríe.
-Cosas mías. ¿Te ha dolido?
Trent recuerda el dolor que ha sentido al bajar.
-¿Estaba eso previsto acaso? Ashley, te presento a Akira.
2 comentarios
Este capítulo me ha encantado. Muy interesantes las reflexiones que aluden a la memoria: yo también pienso que la memoria lo es todo. Define quienes somos. Si no recuerdas nada, eres otra persona, no la que eras antes.
Por otro lado, da miedo pensar en esta existencia digitalizada que nos propone Jaime. ¿Con qué facilidad se podría borrar la existencia de todos los individuos? Y sin grandes gastos en armas… Asusta.
Un gran relato que va mejorando de entrega en entrega!
Buenísimo, como siempre. Un placer leerlo 🙂