Excelentes dibujos y excelente idea la batalla entre el hombre y el planeta.
Bueno,si desaparecieron los dinosaurios,que habitaron la Tierra durante muuucho más tiempo que el hombre y si además añadimos el afán autodestructivo entre nosotros mismos…la espera se presenta bastante corta.
Dibujo y coloreado muy alegre en las viñetas que así lo piden y sombrío en las que piden lo contrario;muy bueno!
Una historia genial, Blas! Es curioso como aveces surgen guiones redondos, perfectos y de lectura tan agradable (dejando de lado la tragedia que cuentan, claro) como éste.
Los dibujos de José Buenabad son realmente magníficos y el color una autentica delicia.
Para concluir, mis felicitaciones por la última viñeta: ¿Qué mejor forma de representar lo que la humanidad hace con los recursos que mostrar una ciudad (y tenemos miles y miles) que consume impresionantes cantidades de energía proveniente de fuentes limitadas o peligrosas, todo para convertir la noche en día y tener luz… luz, más luz, hasta que ya no haya nada más que quemar.
Felicitaciones a los dos!!!
qué bueno! el texto es genial, Blas, y los escenarios dibujados por José tienen mucha vida. Felicidades!
Esto contradice frontalmente la hipótesis Gaiana formulada por el ecólogo James Lovelock; sois dignos de un anatema, lo que quiera que eso signifique. Original historia, y muy bien ilustrada. Me ha hecho pensar en la trilogía sobre Marte, del autor Kim Stanley Robinson. En dicha historia, entre los miembros de la primera expedición, hay una planetóloga que se opone a la terraformación porque, según ella, la vegetación deformará el rostro de Marte. Es curioso como una historia te lleva a otra, y a otra, y a otra.
Muchas gracias, gente, como siempre, por tan buena y halagüeña recepción.
Serafín: Suponer que ‘la vida es la finalidad’ es un pensamiento narcisista que sólo podía ocurrírsele a seres vivos. Ahora, si lo miramos con detención, la vida en todas sus formas se maneja más bien con una conducta viral. Tal vez la aparición de inteligencia no sea más que la resistencia antibiótica a los mecanismos de defensa de un majestuoso pero impotente organismo huésped.
Muy interesante el comentario de Serafin. Desde que supe de los hipotéticos planes para terraformar Marte algo no me gustaba, pues ya cambiarian la fria belleza del planeta rojo. Es algo como lo que pasaba en las continuaciones de la novela «Dune»: al final convetian al desértico planeta Arrakis/Dune en un vergel y ya casi no quedaba nada del interminable y (a su manera) bello desierto original y eso creaba una sensación de pérdida…
Respondiendo a Blas, suponer que el destino de un planeta rocoso deba culminar con la aparición de la vida, y ésta, a su vez, en vida inteligente (determinismo evolutivo) más que un problema de narcisismo es un pecado de antropocentrismo. Todavía hoy existe mucha gente no religiosa y con preparación académica que cree en ese determinismo. Creo que la aparición del ser humano sobre la Tierra ha sido un «experimento fallido» que se solucionará muy pronto (según Stephen W. Hawkink en cien años seremos una especie fósil). Y aunque antes de desaparecer dejaremos un enorme boquete en el tejido de la biosfera, la Vida (la vida en mayúsculas) es el fenómeno más tozudo del universo y su capacidad de recuperación desborda la previsión más optimista. Y no, la vida no tiene un comportamiento viral, al estilo de un ébola; basta contemplar el funcionamiento de un ecosistema para comprobar como todas sus piezas encajan, hasta convertirse en un artilugio que tiene más de organismo único que de otra cosa. Por este motivo, la botánica y la zoología ya no se estudian de forma independiente si no integradas a sus respectivos ecosistemas. Otra cosa son los humanos, auténtica metástasis de este Edén cósmico; de ahí nuestra absoluta falta de futuro.
La vida llegó a este planeta para quedarse (al mennos hasta que el sol se convierta en supernova), su fusión con la geología, el océano y la atmósfera es muy posible que no tenga parangón en todo el Universo. Damos por sentado que la vida existe, ha aparecido y aparecerá en infinidad de rincones del Cosmos. ¿Pero y si no es así?, tan sólo hay que dedicar un vistazo a nuestro barrio para observar que la norma son planetas estériles, sin asomo de vida. La vida en sí es un milagro, algo absolutamente improbable (de ahí la imposibilidad de otro tipo de milagros, el cupo ya se agotó). Suponiendo que cualquier cosa sea posible en un Universo lo suficientemente espacioso, ¿qué tamaño de Cosmos necesitaríamos para que una estatua de bronce moviera un brazo? Pues bien, tal vez nuestro Universo tuvo el tamaño justo para que esa estatua (la aparición de la vida) llegara a moverse. Tal vez no exista espacio de sobra para que una segunda estatua (no dijamos una tercera) consiga siquiera abrir y cerrar los ojos.
Serafín, tus palabras son las palabras de un hombre de fe. Claro que como ser vivo y racional me parece imposible ver la vida de modo distinto al que describís. Igualmente, no puedo dejar de admitir que es sólo un punto de vista, el punto de vista de la vida. Del mismo modo, el virus del ébola ha de suponer su realidad como una realidad completamente integrada al cosmos. Lo cierto es que desde un punto de vista escéptico, más que un milagro, la vida no parece ser otra cosa que una mácula, una bella deformidad, en el rostro perfectamente yermo del cosmos. No es que crea demasiado en esta anatema, claro, pero no vas a negarle su lado poético y desacralizador. 😉
Precisamente, dado que los mundos yermos parecen ser una constante en el Universo, ¿no me negarás que esa mácula o deformidad posee una naturaleza excepcional? Sí, es posible que el ébola goze de una integración con el Cosmos; y siendo así, nosotros también. Como dijo aquí en España un señor bajito y con sable, todos tenemos una «unidad de destino en lo universal». Yo nunca entendí esa frase, pero mira por dónde, de repente, adquiere todo su significado tal día como hoy. Gracias Blas, gracias Exégesis. Saludos y larga y próspera vida.
Muy buena historia, es un giro bastante importante al tema del ecologismo y el hombre como destructor del planeta.
Me gusta mucho el razonamiento de Serafin sobre la pobabilidad de aparcición de vida. Blas, José, me perdonarán por pisarles un poquito este espacio que les pertenece, pero en una de mis creaciones, en futuos capitulos está planeado que aparezca un razonamiento similar al planteado por Serafin y quería dejar constancia de que ya estaba integrado en el conjunto de la historia, je je.
Felicitaciones nuevamente!
13 comentarios
Excelentes dibujos y excelente idea la batalla entre el hombre y el planeta.
Bueno,si desaparecieron los dinosaurios,que habitaron la Tierra durante muuucho más tiempo que el hombre y si además añadimos el afán autodestructivo entre nosotros mismos…la espera se presenta bastante corta.
Dibujo y coloreado muy alegre en las viñetas que así lo piden y sombrío en las que piden lo contrario;muy bueno!
Una historia genial, Blas! Es curioso como aveces surgen guiones redondos, perfectos y de lectura tan agradable (dejando de lado la tragedia que cuentan, claro) como éste.
Los dibujos de José Buenabad son realmente magníficos y el color una autentica delicia.
Para concluir, mis felicitaciones por la última viñeta: ¿Qué mejor forma de representar lo que la humanidad hace con los recursos que mostrar una ciudad (y tenemos miles y miles) que consume impresionantes cantidades de energía proveniente de fuentes limitadas o peligrosas, todo para convertir la noche en día y tener luz… luz, más luz, hasta que ya no haya nada más que quemar.
Felicitaciones a los dos!!!
qué bueno! el texto es genial, Blas, y los escenarios dibujados por José tienen mucha vida. Felicidades!
Esto contradice frontalmente la hipótesis Gaiana formulada por el ecólogo James Lovelock; sois dignos de un anatema, lo que quiera que eso signifique. Original historia, y muy bien ilustrada. Me ha hecho pensar en la trilogía sobre Marte, del autor Kim Stanley Robinson. En dicha historia, entre los miembros de la primera expedición, hay una planetóloga que se opone a la terraformación porque, según ella, la vegetación deformará el rostro de Marte. Es curioso como una historia te lleva a otra, y a otra, y a otra.
Muchas gracias, gente, como siempre, por tan buena y halagüeña recepción.
Serafín: Suponer que ‘la vida es la finalidad’ es un pensamiento narcisista que sólo podía ocurrírsele a seres vivos. Ahora, si lo miramos con detención, la vida en todas sus formas se maneja más bien con una conducta viral. Tal vez la aparición de inteligencia no sea más que la resistencia antibiótica a los mecanismos de defensa de un majestuoso pero impotente organismo huésped.
Muy interesante el comentario de Serafin. Desde que supe de los hipotéticos planes para terraformar Marte algo no me gustaba, pues ya cambiarian la fria belleza del planeta rojo. Es algo como lo que pasaba en las continuaciones de la novela «Dune»: al final convetian al desértico planeta Arrakis/Dune en un vergel y ya casi no quedaba nada del interminable y (a su manera) bello desierto original y eso creaba una sensación de pérdida…
Respondiendo a Blas, suponer que el destino de un planeta rocoso deba culminar con la aparición de la vida, y ésta, a su vez, en vida inteligente (determinismo evolutivo) más que un problema de narcisismo es un pecado de antropocentrismo. Todavía hoy existe mucha gente no religiosa y con preparación académica que cree en ese determinismo. Creo que la aparición del ser humano sobre la Tierra ha sido un «experimento fallido» que se solucionará muy pronto (según Stephen W. Hawkink en cien años seremos una especie fósil). Y aunque antes de desaparecer dejaremos un enorme boquete en el tejido de la biosfera, la Vida (la vida en mayúsculas) es el fenómeno más tozudo del universo y su capacidad de recuperación desborda la previsión más optimista. Y no, la vida no tiene un comportamiento viral, al estilo de un ébola; basta contemplar el funcionamiento de un ecosistema para comprobar como todas sus piezas encajan, hasta convertirse en un artilugio que tiene más de organismo único que de otra cosa. Por este motivo, la botánica y la zoología ya no se estudian de forma independiente si no integradas a sus respectivos ecosistemas. Otra cosa son los humanos, auténtica metástasis de este Edén cósmico; de ahí nuestra absoluta falta de futuro.
La vida llegó a este planeta para quedarse (al mennos hasta que el sol se convierta en supernova), su fusión con la geología, el océano y la atmósfera es muy posible que no tenga parangón en todo el Universo. Damos por sentado que la vida existe, ha aparecido y aparecerá en infinidad de rincones del Cosmos. ¿Pero y si no es así?, tan sólo hay que dedicar un vistazo a nuestro barrio para observar que la norma son planetas estériles, sin asomo de vida. La vida en sí es un milagro, algo absolutamente improbable (de ahí la imposibilidad de otro tipo de milagros, el cupo ya se agotó). Suponiendo que cualquier cosa sea posible en un Universo lo suficientemente espacioso, ¿qué tamaño de Cosmos necesitaríamos para que una estatua de bronce moviera un brazo? Pues bien, tal vez nuestro Universo tuvo el tamaño justo para que esa estatua (la aparición de la vida) llegara a moverse. Tal vez no exista espacio de sobra para que una segunda estatua (no dijamos una tercera) consiga siquiera abrir y cerrar los ojos.
Serafín, tus palabras son las palabras de un hombre de fe. Claro que como ser vivo y racional me parece imposible ver la vida de modo distinto al que describís. Igualmente, no puedo dejar de admitir que es sólo un punto de vista, el punto de vista de la vida. Del mismo modo, el virus del ébola ha de suponer su realidad como una realidad completamente integrada al cosmos. Lo cierto es que desde un punto de vista escéptico, más que un milagro, la vida no parece ser otra cosa que una mácula, una bella deformidad, en el rostro perfectamente yermo del cosmos. No es que crea demasiado en esta anatema, claro, pero no vas a negarle su lado poético y desacralizador. 😉
Precisamente, dado que los mundos yermos parecen ser una constante en el Universo, ¿no me negarás que esa mácula o deformidad posee una naturaleza excepcional? Sí, es posible que el ébola goze de una integración con el Cosmos; y siendo así, nosotros también. Como dijo aquí en España un señor bajito y con sable, todos tenemos una «unidad de destino en lo universal». Yo nunca entendí esa frase, pero mira por dónde, de repente, adquiere todo su significado tal día como hoy. Gracias Blas, gracias Exégesis. Saludos y larga y próspera vida.
Muy buena historia, es un giro bastante importante al tema del ecologismo y el hombre como destructor del planeta.
Me gusta mucho el razonamiento de Serafin sobre la pobabilidad de aparcición de vida. Blas, José, me perdonarán por pisarles un poquito este espacio que les pertenece, pero en una de mis creaciones, en futuos capitulos está planeado que aparezca un razonamiento similar al planteado por Serafin y quería dejar constancia de que ya estaba integrado en el conjunto de la historia, je je.
Felicitaciones nuevamente!
Muy bonito. Muy bien contado.