La baulera de Allmanzor: Ficcionario – Horacio Altuna (1983)

Hay un hecho recurrente, en el ambiente de la ciencia ficción, que consiste en dar énfasis a la tecnología futurista como medio de mostrar la evolución del porvenir Humano. Pero existe otra ci-fi que, aun manteniendo las muestras de tecnología evolucionada, prefiere centrarse más claramente en el aspecto social de dicho futuro. El dibujante y guionista argentino Horacio Altuna es el creador de una obra maestra que teoriza sobre la cara oscura de los años que nos aguardan. Muchas de sus invenciones van llegando, para reafirmar la idea de que “anticipación” es un término que le va como anillo al dedo a la ciencia ficción.

Ficcionario. Horacio Altuna. 1983


Radicado en España desde principios de los años ochenta, Horacio Altuna ya había demostrado su soberbio dominio del dibujo en varias revistas y periódicos de su Argentina natal. Tras entrar a formar parte del equipo de dibujantes de la revista española 1984, Altuna se aventuró con su primer guión propio en el año 1983.

El resultado fue Ficcionario. Una obra que consta de seis historias cortas de ocho páginas y que nos muestra una sociedad urbana futurista superpoblada, controlada por un todopoderoso gobierno y claramente deshumanizada.

Beto Benedetti es nuestro bigotudo y bonachón protagonista, nexo de unión de las seis historias. Siendo un inmigrante del Sur (nada más sabemos de él) que vive precariamente en una ciudad de habla inglesa, su día a día nos llevará por calles saturadas de gente. Gente que aparentemente no tiene nada mejor que hacer que ocupar las aceras y callejones, observando  una existencia deprimente, sucia y en muchas ocasiones carente de interés por el infortunio ajeno. Asistiremos al despliegue dosificado de la tecnología que marcará el futuro que ya vamos vislumbrando, como el de los robots serviciales programados para adorar como a un Dios a su dueño, los “Biordenadores” personales (¡Obligatorios!) que chequean el estado de salud del ciudadano cada mañana para comprobar sus niveles de stress, rendimiento, etc, y sin cuyo diagnóstico no es posible hacer absolutamente nada, los centros de eutanasia legal puestos al servicio de los ancianos que al no tener poder adquisitivo, y por lo tanto de consumo, ya no son útiles, la informatización total de los datos, cuyo fallo puede arruinar una vida en un segundo, etc.
Beto va conociendo a distintos personajes que cuentan, con dramáticos detalles, las miserias de esta sociedad masificada. Una alerta de ataque atómico siembra el caos en una ciudad en la que hay refugios aptos para un millón de personas… de una población total de trece millones. Tras la falsa alarma, el resultado de media hora de excesos, desenfreno y desesperación casi han igualado los posibles efectos que habría producido la explosión.
Un ciudadano, objeto de investigación científica, se escapa del centro en el que vive recluido y secuestra a Beto para que le muestre el mundo. El hombre vivía aislado y en teoría es inmortal, al ser tratado con todo el poder de la ciencia. Al caminar por las inmundas y atestadas calles, el inmortal se maravilla de los olores, la gente, el aire libre… Beto responde de forma concisa: «Tienes el gusto hecho mierda, Inmortal.»
Un enfermo de un hospital es dado por muerto por un error del sistema, y su pesadilla comienza. No tiene derecho a atención médica alguna. Su vivienda es asignada a otro inquilino. No puede comprar alimentos, nada… Para colmo le advierten de que nadie se va a tomar la molestia de subsanar el pequeño error entre los millones de datos de los ciudadanos. Su única salvación, la obtención de documentación falsa, acabará en tragedia…

Horacio Altuna nos pasea con absoluta maestría por este negro futuro producto de la contaminación, la masificación de la población y el control absoluto por parte del gobierno. Refiriéndose a la policía, Beto dice: «Me dan miedo estos tipos. Se supone que están para defendernos, pero; ¿quién nos defiende de ellos?». Una sociedad en la que los niveles sociales vienen incluidos en la documentación del individuo, siendo problemático y mal visto relacionarse con gente de nivel distinto al propio… Todo adornado con un diseño de personajes portentoso y con una naturalidad y expresividad soberbias. Altuna es famoso por sus personajes femeninos, y en Ficcionario hace fiel alarde de ello.
Como dato curioso, la reciente noticia del diseño de una computadora doméstica que al levantarnos cada mañana nos dice el estado general de salud. Ya hemos dado el primer paso hacia la imagen de Beto conectado a su biordenador para poder salir de casa y hacer vida normal, o por el contrario tener que ir obligatoriamente al “centro de descargas de tensiones” o al psicólogo…

En conclusión: Ficcionario es una obra pesimista, oscura y, por desgracia, alarmantemente premonitoria en muchos casos, pero que resulta de gran interés precisamente por su capacidad de advertencia. El dibujo en blanco y negro de Altuna es de una maestría singular y el estilo que enfatizó en éste, su primer guión propio, seguiría desarrollándose en historias similares como Chances o Imaginario (ya a color) en los años venideros.
¿Hay algo más descorazonador que Beto dándose cuenta de que lo único que le queda de intimidad es desquitarse insultando al sistema con su pensamiento, allí dónde aún no pueden entrar? Temblemos…