Vasto y profundo
En Hyss IV no se puede ver nada.
—¡Ey!, ¿dónde demonios están?
En Hyss IV hay niebla noche y día.
—¡Por todos los diablos, Jenn, Klass, sigan mi voz! ¡Estoy cerca!
—¡El tipo nos tendió una trampa! ¡Nos condujo a este maldito agujero para matarnos como a ratas!
—¡Suficiente! ¡Somos tres, y el sujeto es sólo un patético tullido! ¡Puede darse por muerto! ¡Cierren la boca, y no bajen la guardia!
En Hyss IV la condensación de vapores subterráneos torna la atmósfera pesada, al tiempo que la satura con una capa de impenetrable miasma viscosa.
—¿Qué hora es, Klass?
—¿Te crees gracioso, imbécil?
—¡Cállense! ¿Hay señales de ese maldito?
En Hyss IV las emanaciones de vapor son, sin embargo, irregulares: de vez en cuando una brecha se abre en el tamiz viscoso, como una boca o una herida o una respiración, y algo pugna por salir de ella…
—¿Qué diablos fue eso? ¿Klass? ¿Jenn…?
En Hyss IV se ha abierto una hendija, y algo se mueve en su interior con intenciones de asomarse: es un latido, es una ráfaga, es el gélido frenesí de un destello punzante…
—¿Cuál es su posición? ¡Ey, Klass!
— …
—¿Eres tú, Jenn?
— …
—¡Oigan! ¿Son ustedes? ¿Qué diablos esp…?
En Hyss IV se ha abierto una hendija, y por ella han surgido el gélido frenesí de un destello punzante —que una mano reintegra a su vaina—, una ráfaga —que la niebla eficiente pronto sutura— y un latido —un hombre uniformado con la extinta divisa del ejército terrestre que mantiene asidas por los cabellos dos cabezas pulcramente cercenadas.
—Klass y Jenn —anuncia el hombre—. ¿Qué tienes tú, Taco?
En Hyss IV se extiende una mano hibriónica.
—Rother —dice la mano, y vuelve a desaparecer, junto a su trofeo de mechas ensangrentadas.
En Hyss IV empieza a cerrarse la brecha: todo se trueca, poco a poco, en tamiz de inexpugnable densidad vaporosa.
—¿Cuánto nos pagarán por estos pellejos? —pregunta la prótesis artificial, mano autosuficiente del hombre.
—Una buena suma, Taco —contesta el hombre.
En Hyss IV se ha cerrado la brecha.
—¿Podemos irnos ya de esta apestosa roca? —La mano robótica mueve los dedos con irritación.
—Sí —responde el hombre, mientras introduce las cabezas en una funda de sellado hermético—, ya podemos.
En Hyss IV se ha cerrado la brecha, ha caído como un telón, y tras ella se apagan los pasos y las voces.
—¡Ya era hora! ¡Me estaba oxidando, jefe!
A continuación, vasto y profundo, cunde el silencio.
3 comentarios
Por lejos, la mejor ilustración de Pedro sobre el personaje hecha hasta el momento. No sé cómo lo llamarían los fotógrafos o los ilustradores… «Composición», tal vez… Hay algo en el uso de esas líneas que dirige la mirada a un centro: una ilustración vasta y profunda.
Un tipo curtido con cientos de batallas a sus espaldas y con inumerables cicatrices por su cuerpo que dan fe de ello,con una mano robotica y parlante,metiendo en una funda de sellado hermético tres cabezas recien cortadas que continuan gotendo sangre… hay que ser un completo manazas para plasmar ese impresionante momento y que no quede bien.Me alegro que te gustase la ilustración y que ésta esté a la altura de tu crudo relato.
La verdad es que uno le va tomando cariño a este tipo con su mano «Taco» a medida que nuevos indeseables fracasan en su intento de acabar con él. Y en efecto, la ilustración de Pedro, tan concisa, tan «sucia», le va al pelo!