Colapso – Capítulo 14

14 – TRENT

colapso14
Arena blanca entre los dedos de los pies.
Esa es la sensación que le ha gustado siempre sentir en un momento de relajación. Esté o no esté en una playa.
Trent ahora sí está en una playa. Una playa de arena blanca que por su aspecto podría ser cualesquiera de las playas de alguna isla de un archipiélago cerca del Polo Norte, por el color del agua, un azul metálico y denso, y muy oscuro a tan sólo unos metros de la orilla. Y por la forma en que inciden en el agua los pocos rayos de sol que dejan entrever las nubes grises que hay en el cielo. La espuma del agua del mar es de un color blanco puro y brillante a pesar de no ser un día soleado. Otra vez. Es como si la espuma del mar tuviera su propia luz. El agua, pese a su color oscuro, está limpia y transparente.
Trent respira hondo, aún sabiendo que cada vez que lo hace introduce dentro de sí grandes cantidades de esas particulas negras que hay suspendidas en el aire desde hace días. La muerte en pequeñas dosis. Una invasión lenta e irreversible. Desde su encuentro con el señor Solanki en el nivel siete, está convencido de que el mundo está enfermo. Ese momento lo cambió todo. A pesar de que la mente del señor Solanki estaba protegida por algún mecanismo, hubo cosas que sí se filtraron. Y no las puede explicar con palabras, pero las tiene dentro de él.
Vuelve a respirar. Está un poco más muerto que hace un minuto. Y un poco menos muerto que dentro de un minuto.
Pero no le importa. Hoy es el día. Hoy es el día que ha elegido para decir adiós. Ya tiene en su mano derecha las dos cápsulas que le dio Akira el último día que se vieron. Está decidido. Y está esperando a que pase alguien por este rincón apartado del mundo para ofrecerle compartir ese último viaje con él, a pesar de que reconoce que existen pocas, poquísimas probabilidades de que alguien aparezca en esta playa que él ha elegido. La vista es perfecta, no llueve, no hay ruido y el agua negra en la que se ha sumido el mundo no ha llegado (todavía) hasta aquí.
Trent ha podido llegar a este lugar porque tiene un barco. Él y Akira han navegado por las aguas negras que anegan la ciudad. Han dejado atrás la ciudad y han llegado hasta aquí, que debe ser el mismísimo fin del mundo. Los objetos que flotan en el agua les han acompañado en la travesía y en este punto se han ido acumulando hasta formar un dique que ha permitido a Trent poder bajar del barco y llegar caminando hasta la playa. Y Akira se ha marchado. Así que detrás de Trent, hay una montaña de objetos abandonados. Piezas de bicicletas, de coches usados, cuadros de paisajes, retratos enmarcados, maniquíes sin cabeza, maniquíes con cabeza, muebles viejos, todos con el aspecto de haber sido útiles en algún momento que ya ha pasado. Maletas de viaje vacías, maletas de viaje llenas, llenas de ropa que se ha salido durante la travesía que han hecho hasta aquí, árboles que han sido arrancados de un jardín, flores muertas que algún día formaron parte de algún adorno nupcial. Discos de aquellos que había que reproducir sobre plataformas giratorias, montones de ellos, la mayoría rotos, libros con la tinta de sus páginas hecha borrones. Trent se pregunta si no será toda esa tinta la que hace que el agua sobre la que ha navegado tenga ese color negro que absorbe la poca luz que hay y que lo deja todo en una penumbra tan densa que incluso llega a taponar los oídos.
Y Akira se ha quedado con su barco. Seguro que le dará un buen uso.
Pero delante de él todo es distinto. La playa. La arena. El mar. La brisa. El sonido de las olas. Ha dejado atrás al mundo enfermo. Delante de él está su otro mundo, el que le queda, la inmensidad del mar, que no es casi nada, pero suficiente para poder decir adiós.
Sigue sin aparecer nadie. Pero no tiene prisa. Sabe que se muere, pero eso va ser muy lento. Puede esperar el tiempo que haga falta, horas, días, semanas incluso. El tiempo en su mente es ahora el remanso de un río. Estático. Tiene en su mano la libertad en forma de cápsula. No necesita nada más.
Pasan las horas, podrían ser días.
Finalmente ocurre lo que Trent estaba esperando. Alguien aparece caminando por la orilla. Es una mujer. Todavía está muy lejos como para poder distinguir algún rasgo. Tan sólo, que las olas mojan sus pies. La mujer se acerca muy lentamente.
Trent intenta agudizar su vista para poder identificarla.
Evelyn.
¿Evelyn?
Evelyn está muerta. No puede ser. ¿Está soñando? No. Desde el Volcado no se sueña, no hay posible confusión entre los sueños y la realidad. Quizá sea esa la principal diferencia entre la vida de antes y la vida de ahora. Los sueños se perdieron.
A medida que la figura de la mujer se acerca, Trent está cada vez más convencido de que se trata de Evelyn, su forma de andar, el color de su cabello, las proporciones de su cuerpo, y aunque todavía no puede distinguir sus rasgos faciales, de momento no hay nada en esa figura que no le recuerde a Evelyn. ¿Puede ser que se estén escapando cosas de su mente y se proyecten sobre la realidad cuántica? ¿Puede ser que la enfermedad que está matando al mundo sea la locura? Se mira las manos. Además de las dos cápsulas que tiene en su mano derecha, se da cuenta de que algunas de las diminutas partículas negras que hay en el aire han empezando a adherirse a su piel.
Decenas de esas partículas juntas forman una mancha fácilmente visible.
Vuelve a levantar la vista.
La figura sigue acercándose.
La figura sigue siendo Evelyn.
Pero no puede ser. Evelyn murió hace mucho tiempo, lo sabe, aunque no puede asegurar cuánto tiempo exactamente hace de eso. Pero es Evelyn. De eso está completamente seguro. Los rasgos faciales que empieza a distinguir en la figura no dicen lo contrario. Quizá en el fin del mundo estas cosas sean posibles.
Trent cierra los ojos. Si la figura es una proyección de lo que hay en su mente, una proyeccion de sus deseos, quiere concentrarse para que siga ahí cuando vuelva a abrir los ojos. No le importaría en absoluto que al abrir los ojos se diera cuenta de que ha hecho un viaje atrás en el tiempo, un salto fantástico hasta el momento en que se despidió de Evelyn, y en vez de decirle adiós en un terrible acto de cobardía para proteger su corazón y dejarlo libre de sufrimiento, quedarse con ella hasta el final de sus días. No quiso esperar a ver cómo moría poco a poco. Sin embargo, las pruebas con la cápsula de Terbio finalizaron antes de lo esperado y ARK empezó a comercializar el Volcado cogiendo a todo el mundo por sorpresa. Pero no hubo tiempo para despedidas, había abandonado a Evelyn hacía dos años. Trent vio la puerta de salida y se fue.
Pasan unos segundos, quizá minutos.
-¿Cuánto tiempo lleva sin llover aquí?
Es una voz femenina. Pero no es la voz de Evelyn.
La simulación de los timbres y armónicos de la voz humana fue uno de los procesos más largos y difíciles en la configuración de entes individuales, es decir, personas, durante la fase de preparación del Volcado. Simular el aspecto visual de los objetos y las personas siempre había sido mucho más sencillo que simular algo tan personal como la voz de los seres humanos. Siempre había sido mucho más fácil engañar al ojo que al oído. Incluso las sensaciones táctiles se consiguieron configurar y establecer mucho antes que todo lo relacionado con la voz humana. No ocurrió así con las sensaciones auditivas en general, pero sí con la voz. Fue sumamente difícil dar con la combinación de algoritmos correcta para emular el funcionamiento de cuerdas vocales, resonancia, modulación, entonación, ya que algo tan variable como el estado de ánimo podía hacer cambiar el timbre de la voz de un ser humano. Así que hubo que establecer primero el espectro de estados anímicos con sus respuestas mediante neuronas espejo correspondientes antes de empezar a combinar la parte acústica con la parte neurológica de la simulación. Trent recuerda lo extraordinario que le pareció siempre la interacción del sonido con el cuerpo humano. Una onda mecánica podía ser transformada en algo que podía llenar de euforia, alegría, tristeza, miedo, excitación, simplemente siendo transformada por el transductor que era el cuerpo humano. El pabellón auditivo, el oído externo, el oído interno, los tejidos del cuerpo, las sinapsis neuronales, el cerebro y finalmente el corazón. Era pura magia. El cuerpo humano era un transductor que transformaba una simple onda mecánica en pura magia. Pero ahora tan sólo son ceros y unos. Trent había comprado el paquete completo. Su voz finalmente fue simulada perfectamente. Y puede distinguir e identificar perfectamente las voces que oye en el presente. Incluso puede recordar la voz de personas que ya no existen.
Y la voz que le acaba de hablar no es la de Evelyn.
Trent abre los ojos.
La mujer que acaba de hablarle no es Evelyn. Pero se parece mucho a ella. Podría ser ella si no fuera por el color de sus ojos, y por supuesto, porque su voz es diferente. El parecido es asombroso. Su delgadez, el color rosado y brillante de su piel, las proporciones de sus manos, la forma en que entrelaza los dedos mientras espera una respuesta.
Trent mira el cielo. Sigue estando lleno de nubes de color gris, pero no llueve. Hace mucho tiempo que no llueve.
-No sé cuánto tiempo llevo aquí, así que no puedo responderte. Sólo sé que cuando llegué no llovía.
Si no es Evelyin, a Trent no le interesa demasiado lo que la mujer le pueda decir, ni siquiera teniendo en cuenta que va a ser la última persona que va a ver antes de morir.
-He estado buscando este lugar durante dias. Empezaba a pensar que nunca llegaría. La lluvia…
-¿Cómo has llegado hasta aquí? –Interrumpe Trent.
La mujer se sienta a su lado.
-Tengo un barco.
-Creo que es la única manera de llegar aquí ¿De qué estás huyendo? No creo que en las actuales condiciones alguien pueda hacer un viaje de placer en barco.
A Trent le parece que la mujer en cualquier momento va a ponerse a llorar. Otra cosa que le recuerda a Evelyn. Podía llorar y lo hacía frecuentemente. Se pudo adquirir la capacidad de llorar en el momento del Volcado por una módica cantidad de dinero. El producto tuvo mucho éxito porque las personas que se adaptaron a la falta de agua vivieron los últimos años antes del Volcado sin experimentar la sensación de la secreción de lágrimas.
Trent no compró el producto.
-Principalmente de la lluvia, me deprime.
-Tarde o temprano llegará, puedes estar segura.
Trent se da cuenta de que la mujer no le mira a los ojos cuando le habla.
-No lo descarto, pero de momento puedo disfrutar de las vistas. Aprovecharé el momento.
-Bien hecho. ¿Has venido sola?
Silencio.
Tan sólo el sonido de las olas del mar.
-Llevo mucho tiempo sola.
Parece que la mujer ha hecho esa larga pausa para expresar el largo tiempo que ha malgastado en su preciosa y lujosa casa.
-Eso parece una llamada de auxilio.
-He estado mucho tiempo pidiendo auxilio a quien yo creía que era la persona más importante de mi vida, pero no me ha escuchado, así que no es de extrañar que siga pidiendo auxilio ahora que no estoy con él.
-O sea, que ya pedías auxilio antes de que empezara a llover.
Trent empieza a pensar que la mujer puede ser la compañía perfecta para el uso de las cápsulas que tiene encerradas en su mano derecha.
-Lo que ha sucedido es que él no ha querido continuar el camino que yo quería hacer –dice ella, mirando hacia las olas.
-Ese camino ha llegado a su fin. No hay mucho que recorrer ya. Todo se está desintegrando.
Ella se mira las manos. Empieza a ver que unas diminutas manchas de color negro aparecen pegadas a su piel.
-Cierto, pero mi marido todavía cree que puede conservar ciertas cosas. Se ha quedado en nuestra preciosa casa inundada. Solo. Cree que las cosas se van a arreglar.
Hace mucho tiempo que Trent piensa que las relaciones de pareja dejaron de tener sentido desde el momento en que tuvo la oportunidad de comprar la inmortalidad. El amor hacia otra persona no tiene ya razón de existir. No hay posibilidad de que alguien enferme, o muera, o tenga sencillamente un problema en el que se le pueda ayudar. Son (o eran) todos ricos, viviendo en un eterno fin de semana, un período de ocio sin fin. Un agosto infinito. La oportunidad de amar a alguien y acompañarle en los malos momentos se esfumó hace tiempo.
Sin saber por qué, a Trent no le cuesta hablar con la mujer, siente que podría entenderse bien con ella si no fuera porque va dejar de existir en poco tiempo. Pero le resulta fácil comunicarle sus pensamientos.
-Hemos tenido las cosas tan fáciles que hemos dejado de pensar en los demás. Y hemos empezando a preocuparnos solamente de las cosas materiales. Así que no te debe sorprender que haya quien se aferre a las cosas que pierden su valor segundo a segundo. El sistema se ha caído, así que el valor de las cosas se ha evaporado y el mundo se está ahogando en su propio residuo. Mira toda esta mierda que está aquí amontonada. Trent señala con la cabeza el dique formado por la basura acumulada que ha servido de muelle de atraque de su embarcación.
-No entiendo muy bien qué hace aquí todo esto. No sé de dónde ha podido salir.
-Yo tengo mi propia teoría.
Desde su encuentro con el señor Solanki en el nivel siete, Trent puede vislumbrar las explicaciones y las razones de muchas de las cosas que están ocurriendo.
La mujer guarda silencio como forma de preguntar cuál es la teoría de Trent.
-Creo que todo esto son los recuerdos de la gente. Piensa un momento: ¿Puedes recordar con la misma facilidad que antes? ¿Puedes recordar que podías recordar?
La mujer necesita procesar las dos preguntas. Da vueltas y vueltas a las dos preguntas que acaba de hacerle el desconocido. Pero siempre encuentra una barrera que no le deja continuar en su razonamiento lógico. Como cuando intentaba recordar un sueño nada más despertar, del que tan sólo podía ver el final, pero en el intento de ir hacia atrás en el sueño siempre encontraba un punto a partir del cual ya no recordaba nada más. Y en unos segundos, todo se esfumaba.
-No lo sé. Yo diría que no –dice ella finalmente.
-Todos los recuerdos que teníamos se están escapando de nuestras memorias, supongo que el hecho de que el sistema financiero se haya colapsado tiene que ver con eso. Pagábamos por tener esos recuerdos guardados para nosotros, protegidos. Pero todo está demasiado conectado. O mejor dicho, todo estaba demasiado conectado. Y hemos dejado de pagar. Y todos esos recuerdos ahora flotan en el agua, que lo está diluyendo todo. Si lo piensas, no es difícil de entender. La vida se ha convertido en una serie de transacciones financieras, algunas grandes, algunas pequeñas, pero transacciones al fin y al cabo, millones de ellas por segundo. Cada decisión que tomamos, cada paso que damos, cada encuentro que programamos, cada viaje, incluso el aire que respiramos ha habido que pagarlo. Una mirada, una canción, un juego de ficción, el olor de las cosas, las palabras, los deseos, en definitiva, la existencia. Todo tiene un coste. Económico. El sistema es una telaraña que lo cubre todo, que se ha extendido en progresión geométrica hasta alcanzar el más recóndito lugar de nuestras almas, si es que  nos queda algo de eso. Y el sistema está contaminado por la falta de pago. El sistema ahora es un tumor ramificado que nos va a matar a todos.
La mujer ha estado escuchando atentamente. No le parece una mala explicación.
-¿Es sólo una teoría o tienes razones para estar seguro de que es así?
-Digamos que he tenido acceso privilegiado a información no disponible en los medios habituales.
Trent no está ahora para dar demasiados detalles sobre el modo en el que últimamente tiene conocimiento de la realidad.
Continúa:
-¿Cómo te llamas? Voy a proponerte algo y no me gustaría hacerlo a alguien de quien no sé su nombre.
-Clara –responde ella mientras se pregunta por qué le está diciendo su nombre de verdad. Ha dejado atrás todo lo que compartía con Essien, la casa, los paseos, las cuentas bancarias, las discusiones, el colapso financiero, la preocupación por las consecuencias de todo eso, la pérdida de las comodidades, el empobrecimiento general y paulatino que se ha ido produciendo desque que empezaron las malas noticias, todo eso va a quedar atrás, puede ser otra persona distinta a partir de ahora, y sin embargo, sigue llamándose Clara.
Trent abre su mano derecha. Las cápsulas siguen ahí. Clara. Una vez conoce su nombre, está completamente seguro de que no se trata de Evelyn. Sólo ahora, que sabe su nombre.
-¿Sabes qué es esto? –le pregunta.
-Me lo imagino -Clara ha flirteado con drogas en el pasado. Todo el mundo las ha probado alguna vez.
Trent mira fijamente a Clara a los ojos.
-¿Quieres seguir aquí esperando a que este maldito vertedero estalle o prefieres mirar hacia delante y anticiparte a la muerte?
Clara entiende que es un viaje sin retorno. Sin vuelta atrás. Sin código Z.
Silencio.
Tan sólo el sonido de las olas.
Clara ha pensado durante unos segundos lo que va a hacer con su vida. No sería un mal final.
-Desde que subí al barco no he mirado atrás. No lo voy a hacer ahora –una lágrima aparece en el rostro de Clara. Ella sí compró el producto.
Trent sigue teniendo la mano abierta. Clara coge una cápsula. Se la mete en la boca. Trent hace lo mismo con la cápsula que queda en su mano.
Clara y Trent se dan la mano.
-Adiós, Clara.
-Adiós…
Clara pregunta su nombre a Trent con su mirada.
-Perdona, yo me llamo…
Silencio.
-¿No recuerdas cómo te llamas? –dice Clara.
-Sí que lo recuerdo. Me llamo Trent. Tengo una pequeña crisis de identidad, digamos que estoy pasando por una etapa complicada.
En realidad, ha estado a punto de decir ‘Señor Solanki’. Tiene pensamientos que no son suyos en realidad. Sabe cosas que antes de su encuentro en el nivel siete no sabía. Pero el meollo de la cuestión se le escapa. La mente del señor Solanki estaba protegida. Un laberinto cuántico de máxima seguridad. Eso es lo que el señor Solanki tiene en su mente.
-Adiós, Trent. Encantada de haberte conocido.
-Lo mismo digo.
Las olas del mar ahora alcanzan los pies de ellos dos. Trent mira a Clara. Clara mira a Trent. Cogidos de la mano, se levantan y andan mar adentro. Hasta que el agua les cubre hasta la cintura. Los dos se desploman y desaparecen bajo el agua.
Empieza a llover.
El dique que han formado los recuerdos de la gente empieza a ceder a la presión del agua negra, abriendo grietas de las que empieza a salir la inmundicia oscura y gelatinosa, que empieza a manchar la arena blanca de la playa.

4 comentarios

  1. ¡Gran capítulo! Me gusta el rumbo que va tomando esta compleja historia. Lo curioso es que cada episodio parece el último. ¿Qué verdadero final aguardará a Trent..?

  2. Muy buen trabajo, me ha parecido el mejor capítulo hasta la fecha, y eso que Trent me parecía de los menos interesantes….