Cuadrante mortal
El capitán de Ango realizaba la guardia de rutina, para recoger información extraordinaria en el desarrollo del vuelo; cuando en el cuadrante P-3l, precisamente por donde se desplaza la nave, aparecen millones de puntos brillantes. La comunicación del Centro de Vuelos Espaciales llegó al instante y fue escuchada a través del sistema de audio interno por todos los tripulantes: “Explotó una súper-nova oscura y sus partículas grandes y medianas se mueven dentro del cuadrante P-3l, no sabemos qué las atrae, pero es innegable el peligro al que están expuestas todas las naves ubicadas en estos momentos dentro del mismo. La solución queda en sus manos, actúen con cordura y sobre todo, control. Suerte.”
Para la urgente reunión fueron convocados seis tripulantes que se encontraban en el proceso de relajación temporal de la mente hacía quince horas.
Cada uno, desde su lugar operativo, emitía criterios hasta que la voz del capitán logró imponerse:
—La cordura es imprescindible, organizar nuestro trabajo nos ayudará en esta situación. Lo primero, según lo establecido por las normas interestelares de vuelos, es verificar el combustible —decía esto mientras tecleaba en el computador, donde poco a poco aparecían los nombres de los tripulantes encargados del control del copatenol—, el último que realizó la medición nos podrá informar….
—¡Capitán!, la situación no nos permite regirnos por las normas interestelares de vuelos. Dentro de, quizás una hora, nos habrán impactado cuerpos celestes de los que no sabemos ni siquiera sus dimensiones.
—Les vuelvo a pedir ecuanimidad, nuestro sistemático método de control nos ayudará, la lista nos muestra que el último en revisar el copatenol, fue el tripulante número catorce. ¡Informe!
—Éste se encuentra en el proceso de relajación mental —refutó el director de los mecánicos de energía.
En la pantalla general de la nave se reflejó nuevamente el cuadrante P-3l, y se veían más grandes y claros los meteoros que se acercaban.
—Iniciaremos nuevamente el proceso para la información —respondió el capitán, comenzando a teclear otra vez.
El murmullo se escuchaba de manera general, todos manifestaban por su intercomunicador con el responsable del viaje, la inconformidad con su desición.
—Entiendan lo que digo —trataba el capitán de mantenerlos en sus puestos.
Sin embargo algunos ya pensaban dirigirse a la cabina central para conversar directamente con el jefe de la expedición.
—Tripulante número veinte, a usted le corresponde, informe sobre el combustible —el absoluto silencio permitió a todos escuchar que el volumen del copatenol ofrecía la posibilidad de un salto de velocidad para, en tres minutos, encontrarse fuera del cuadrante cósmico, pero tenía que ser realizado por un piloto de experiencia.
—Es necesario precisar cuál fue el último de los pilotos que maniobró directamente Ango y determinar si el siguiente posee las capacidades requeridas —y diciendo esto el capitán colocaba nuevamente la lista de pilotos en la pantalla central, por el orden de ejercicio. Al tiempo que ya se pudieron ver cuerpos celestes muy cerca.
—Yo pilotaré la nave —solicitó sin titubeos el más experimentado de los pilotos.
—El orden de pilotos está orientado en las normas de vuelo y no podemos violarlo —fue la respuesta— a usted no le corresponde.
De nuevo el murmullo y los comentarios: ¿cómo estando todos en peligro de muerte, ese hombre insiste tan rígidamente en aquellas normas y controles?
Yo fui el primero en conocer la respuesta a esa pregunta.
Al observar la inmensa cantidad de partículas espaciales que se nos aproximaban, pude darme cuenta que solo había una solución, y mientras todos, desde sus cabinas, intercambiaban criterios, me dirigí al área de pilotaje; tenía que pasar frente al capitán, pero él no podría impedírmelo.
Al verme se descontroló un poco e intentó decirme que no era mi turno, pero la sorpresa fue tan inesperada que los circuitos de su cerebro se interpolaron drásticamente y entonces me enteré que nuestras vidas habían estado todo el tiempo en manos de un robot para Control y Organización de viajes interestelares. Así pude leer en la etiqueta de su cuello mientras nos alejábamos del letal cuadrante.