Editorial-número 9


La humanidad le ha impuesto muchos rostros al firmamento. El cielo ha sido cuna de dioses y de ángeles, tumba de héroes y de ancestros, cristal contenedor del universo y terreno fértil para palacios celestiales de todas las formas y colores. Un poco más caro a la mitología científica, el cielo del siglo XX albergó radiaciones mortales, objetos no identificados y alienígenas invasores. Hemos tenido, incluso, cielos virtuales que se configuraban a base de ceros y unos, e irradiaban con la fuerza de la más primitiva de las magias. Pero junto a esto, también, el cielo ha sido para nuestra raza símbolo de sueños e imaginación. El firmamento, en su naturaleza inasible e inabarcable, se emparenta de modo natural con la vaguedad de los sueños y el potencial propulsor de la imaginación. Nosotros, en Exégesis, somos seres de sueños e imaginación. La ciencia ficción, este límite que nos impusimos y que nos convoca, está también forjada de sueños y de imaginación. Nuestro género por excelencia nos transporta a las alturas, nos catapulta a través de planetas desconocidos, nos impregna de polvo cósmico y nos pone en manos de criaturas indecibles con tecnologías de ensueño. Pero que conste: la ciencia ficción también nos afirma a la tierra, a nuestra cotidianidad más pedestre y deslucida. Y son firmes raíces las que nos planta. Porque en definitiva, la ciencia ficción no nos habla sino de nosotros, de nuestra especie, de nuestra más tediosa humanidad. La parábola, la dislocación, la hipérbole, la aventura, no son sino modos de disfrazar una realidad opaca donde lo trágico y lo heroico se confunden con lo trivial. Pero también –y sobre todo- son modos de penetrar en una naturaleza humana de otro modo inaccesible. La ciencia ficción saca a la luz la verdadera humanidad, aquella que persiste o flaquea ante la novedad y el misterio, en los entornos tecnológicos y culturales más variados. Aquí, desde las estrellas, no hacemos otra cosa que mirar adentro de nuestros corazones. Desde las alturas, no hacemos otra cosa que apreciar con dolor y detenimiento nuestro trajinado planeta. Las estrellas son nuestro pretexto, nuestra bella excusa. Exégesis busca desnudar nuestra humanidad desde estas alturas. Aquí estamos, en lo alto. O –mejor dicho- ascendiendo, con pausa pero con seguridad, peldaño a peldaño. Conformamos ya una galaxia numerosa y en expansión de creadores y lectores, esparcidos por todos los rincones de la geografía de habla hispana. Seguimos aquí, la única publicación de cómics de ciencia ficción de la galaxia. Aquí: con el corazón en las estrellas pero los pies bien firmes sobre la tierra. Porque como bien sabemos:

Esto es ficción, ciencia ficción:

Esto es Exégesis.

1 comentario

  1. Señores, con editoriales como ésta, queda engrandecida definitivamente la gran aventura de Exégesis. ¡Numero 9: haznos despegar!