Temístocles 'El Taco' Furhias

Temístocles “El Taco” Furhias

El manco ingresó a la cantina. Descubrió al hombre sentado ante una mesa sobre la que bostezaba una botella de whisky a medio llenar. El hombre, a su vez, estudió al manco mientras tomaba asiento al otro lado de la mesa: un tipo envuelto en un amplio capote raído, cuya mirada desaparecía bajo un sombrero de ala ancha: un vulgar ex combatiente del desierto post-nuclear. El hombre rió quedamente y chasqueó la lengua: “A los negocios,” sentenció. Depositó una larga y enjuta caja sobre la mesa y abrió la tapa: en el interior había un brazo. El manco miró el apéndice con avidez. “¡Pruébelo, soldado!” carraspeó el hombre. El mancó sujetó el artificio y lo acercó al muñón del hombro; tenues y finos hilos buscaron hendir la carne, al tiempo que una estructura de metal se cerraba cubriéndole la espalda y parte del pecho. El manco, todo dientes, soportaba estoicamente la cruenta operación. “Abra los ojos, amigo,” sugirió el hombre. El manco obedeció: una mano mecánica extendía cinco inquietos dígitos ante sus ojos. “Quiero lo convenido,” espetó el hombre. El manco miró a su interlocutor por debajo del ala del sombrero. La mano mecánica desapareció entonces en el capote raído y salió blandiendo una .45-D/RN. Apuntó al pecho del hombre y gatilló repetidas veces: la víctima cayó de espaldas, acribillada. El manco pestañeó azorado y se levantó a tropezones de la mesa. “¡Siéntate!” ordenó una voz. El manco obedeció, no sin antes echar un vistazo al brazo mecánico. “Me llamo Taco,” dijo la mano, depositando el arma humeante sobre la mesa. “¡Hace tiempo que quería deshacerme de ese sátrapa comerciante! No te molesta que haya usado tu arma, ¿ah? ¿Cómo te llamas?” El manco, estupefacto, respondió. “¿Temístocles Furhias… el cazador?” pronunció maravillado el brazo. Y continuó: “Pues te propongo un trato, jefe: ¿Qué tal si de ahora en más te apodas Temístocles «El Taco» Furhias? ¿Eh? ¿Hmmmm? Piénsalo, ¿quieres, socio? ¡El factor sorpresa estará de nuestro lado!”

*Una versión preliminar de este relato fue publicada en Revista Digital miNatura 102.

3 comentarios

  1. Ja, me acordaba de este, creo que si no te dije que lo continuaras era que lo pensé. Muy bien, no se si es precuela de casualidad o de causalidad, pero de todas formas me gusta la unión entre los dos relatos. Muy buena suerte, Juan (uy, que raro, me animé a tutearte, ¡ujujuy!).

  2. Buen preludio al comic «Por las molestias». Parece que allí Temistocles ya está bien acostumbrado a «Taco», je je.