Editorial 14

Máxima aventura. Seguramente eso era lo que pensaban los atletas de la antigua Grecia cuando competían en las Lampadedromías, relevándose la antorcha cada veinticinco metros para recorrer, en el menor tiempo posible, el espacio que había entre la Academia ateniense y la puerta Dípylon. Debían correr manteniendo encendido el fuego de la antorcha, pues esa era la misión más importante; el fuego representaba la misma esencia de los dioses a los que veneraban. Pero… ¿qué hacen las Lampadedromías en la editorial de una revista online como Exégesis? Pueden resultar incompatibles a primera vista, sin embargo ambos desafíos –separados por miles de años e infinidad de acontecimientos– poseen un denominador común: el relevo.

Hace ya más de dos años que Exégesis salió de su propia academia, donde se forjó una antorcha en la que prender la esencia de dos venerados dioses: el cómic y la ciencia ficción. Entonces, Daniel Santos y Álvaro Visús se lanzaron a la carrera, y durante numerosas etapas consiguieron mantener viva la llama de la antorcha. Lo hicieron tan bien que sin darse cuenta atravesaron la puerta Dípylon, pero no quisieron detenerse. Mantuvieron el ritmo y continuaron avanzando. Superaron colinas, escalaron montañas y se adentraron en el horizonte. Semejante gesta no pasó desapercibida y fueron muchos los atletas que les siguieron para tomar el relevo. Aquel numeroso grupo continuó corriendo hasta que el mundo no fue suficiente. Con Blas Bigatti a la cabeza, Exégesis tomó rumbo a las estrellas y la antorcha tuvo que ser modificada hasta el punto de convertirse en una nave de viaje interestelar. La negrura del vasto espacio pronto se tornó en un estallido de luz y color. Primero planetas desconocidos, luego nebulosas inefables y después galaxias enteras. La gran llama impulsó esta nave de estructura cambiante hasta los confines del universo, rebasándolos con facilidad. Así es como Exégesis persiste hoy viajando por el cognoscible, un espacio donde la realidad se fusiona con los sueños creando mundos alternativos, alterando el espacio-tiempo o sencillamente, conformando originales visiones. Ah, cuán lejos quedan hoy los primeros pasos con los que se portó la primitiva antorcha, tanto como remotos se antojan ahora los crepitares de la llama primigenia. No obstante, tras todo el tiempo transcurrido y las experiencias vividas, Exégesis continúa siendo fiel a su misión: ser el altar donde el fuego del cómic y la ciencia ficción crepite sin cesar. Y eso sólo es posible gracias a la esencia que enciende el motor de la nave: las obras creadas por quien ostenta el verdadero protagonismo de todo esto: los autores (escritores, guionistas, dibujantes, ilustradores, entintadores, coloristas, rotulistas…)

Resulta inverosímil mezclar las antiguas Lampadedromías con viajes interestelares, pero ya ven, la ciencia ficción lo hace posible. El que aquí suscribe aprieta su paso en la carrera de relevos para tomar el testigo de Blas Bigatti, quien ha realizado en la revista un excelente trabajo en labores de edición de contenidos y coordinación estos dos últimos años. El corazón me late con brío ante este desafío, pero debo confesarles que permanezco sereno, pues el equipo que hace posible esta revista es fuerte, ya que está formado por personas entregadas y apasionadas. No puedo más que sentirme afortunado por contarme entre ellas. El viaje continúa, y la velocidad de crucero es de “Máxima aventura”.

Porque esto es ficción. Ciencia ficción.

Esto es Exégesis.

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