Colapso – Capítulo 11

11-EL CONSEJO DE ADMINISTRACION Y EL SEÑOR SOLANKI.

El señor Solanki se mira de nuevo al espejo. Todo está perfecto. El nudo de la corbata. El afeitado. Su peinado. Los puños de la camisa sobresaliendo por los de la chaqueta. Ni una arruga. Como siempre. La reunión de hoy es importante. Muy importante. La reunión de hoy es la más importante.

El espejo desaparece y en su lugar hay una puerta. Sabe que tras esa puerta están los miembros del Consejo de Administración de ARK.

Pero esta vez es distinto.

Esta vez no va a haber preguntas. Tan sólo respuestas.

El señor Solanki entra en la sala de reuniones en la que se encuentra el Consejo de Administración de ARK. Los mismos rostros compungidos, las mismas corbatas, el mismo aire irrespirable, y como siempre, Sorensen al fondo de la sala. Dios.

Hoy el señor Solanki podría haber escogido un atuendo diferente. Sin corbata. Sin chaqueta. La razón por la que el señor Solanki podría haber escogido un atuendo diferente es la misma razón por la que Sorensen hoy no recibe al señor Solanki con la misma mirada amenazante de las últimas reuniones del Consejo de Administración de ARK.

Silencio.

El señor Solanki es quien debe romper el silencio.

Es de agradecer que esta sala no esté inundada como el resto del mundo.

Entonces Sorensen sonríe.

Señor Solanki, aquí es donde se gestiona el mundo. Sólo faltaría que aquí no se pudiera disfrutar de unas condiciones de humedad relativa soportables para el ser humano.

El resto de miembros del Consejo de Administración de ARK ríen al unísono.

De hecho –continúa Sorensen– he pensado en usted, en sus gustos y aficiones de todos conocidos, y he ordenado que esta reunión se celebre en un entorno menos formal.

No sé a qué se refiere, señor Sorensen.

Vamos, Solanki, todos conocemos su afición por los juegos y sus escarceos por los niveles de realidad. Hemos intentado localizarle durante las últimas semanas y ha sido totalmente imposible. No ha contestado a una sola de nuestras llamadas. Pero no hay problema, debía estar usted corriendo alguna de sus excitantes aventuras mientras el resto del mundo observa cómo todo se viene abajo.

El señor Solanki deja que el silencio invada la sala, como una manera de decir ‘¿ha acabado ya Su Majestad?’. Aparta la mirada del punto en el que se encuentra Sorensen para dirigirse al resto. Otra forma de mostrar el poco interés que hoy tiene lo que Sorensen pueda decir.

Señores miembros del Consejo, la principal razón por la que no he contestado sus llamadas es que antes de explicar la situación real a la que hemos llegado, quería estar seguro de que todo lo que les voy a detallar en el día de hoy es totalmente cierto.

Sorensen levanta la mano para marcar territorio.

Un momento, señor Solanki, antes de que continúe. Como decía, vamos a celebrar esta reunión en un entorno diferente.

Entonces las paredes de la sala se desvanecen después de un pixelado más o menos rápido. El techo se pixela y desaparece. El suelo enmoquetado de la sala de reuniones se pixela y en su lugar aparece un manto de tierra seca propia de un desierto. Un paisaje de montañas de roca metamórfica emergen del suelo. Y tras las montañas un cielo de un azul eléctrico que lo cubre todo.

Sorensen vuelve a sonreír.

¿Qué le parece, señor Solanki? Aunque el mundo se esté inundando, en ARK siempre tenemos algún recurso para que la vida sea un poco menos desastrosa, que es lo que usted nos quiere hacer ver.

El señor Solanki observa el azul del cielo, corre una ligera brisa. Estira el brazo y extiende la mano. Siempre le ha entusiasmado sentir el viento en las manos. Respira hondo. Aire puro. Cierra los ojos. Vuelve a respirar. Más hondo. El aire vuelve a ser respirable. El desierto de Atacama.

Atacama…

Señor Solanki, sabemos que es usted muy observador, ¿se da cuenta de que no hay una sola nube? ¿En qué nivel de realidad encontraría usted un cielo como este?

El señor Solanki puede percibir el nerviosismo de Sorensen por la forma en la que intenta posponer las malas noticias. La forma en la que Sorensen intenta posponer las malas noticias es la forma en la que siempre ha conseguido no hacer lo que no desea. Desviando la atención. Sorensen es un aprendiz de ilusionista que siempre hace el mismo truco.

Señor Sorensen, hace mucho tiempo que no he estado en otros niveles de realidad, aunque como hombre libre, estaría en mi derecho. Quiero empezar cuanto antes con lo que he venido a decirles. Hoy no habrá preguntas, ya que no hay margen de maniobra. Y tómense esto con todo el sentido de las palabras que acabo de utilizar. No he venido a hablar de los niveles de realidad. Y no son ustedes los que me han localizado, sino que he sido yo quien ha decidido el tiempo en el que se debía celebrar esta reunión. El día y la hora. Ha de ser ahora. Y todos ustedes lo saben de sobras.

Sorensen y el resto de la audiencia se dan cuenta que no hay demasiado tiempo para prolegómenos. Rostros serios.

No nos haga esperar más entonces, mi querido consultor.

El señor Solanki observa las montañas y vuelve a respirar hondo.

-–Voy a ser muy breve, pero quiero que me permitan empezar hablándoles de una de mis aficiones. Siempre me ha interesado la historia de la medicina. Una ciencia que se perdió pero que posibilitó que el hombre se conociera a sí mismo en mayor medida. En cierto modo, a través de la medicina, el hombre sirvió al hombre. Y la forma en la que el hombre luchó por la subsistencia a través de la historia nos explica muchas cosas de las que luego aprendimos. Y dentro de la medicina, siempre me apasionó el fenómeno de las enfermedades contagiosas.

Los miembros del Consejo de Administración de ARK cruzan sus miradas preguntándose con el enarcamiento de sus cejas si saben realmente de qué les están hablando.

El señor Solanki prosigue.

La idea de la contaminación por contacto o contagio es muy antigua y no se originó por las enfermedades, sino con propiedades tales como el calor o el frío. Las opiniones sobre esta idea provenían seguramente de los egipcios y los judíos, ya que en la Biblia hay referencias sobre las enfermedades contagiosas, aunque siempre relacionadas con aspectos sobrenaturales.

Comienza a oírse un murmullo que Sorensen consigue callar con otra señal de su brazo.

¡Silencio! Prosiga, señor Solanki.

La referencia al Antiguo Testamento ha disparado todos los mecanismos de atención de Sorensen.

Las explicaciones sobrenaturales fueron desplazadas por la idea de que las enfermedades eran debidas a fenómenos naturales como eclipses, cometas, terremotos y finalmente cambios particulares en los aires, que se corrompían o manchaban. De hecho, la modificación de la atmósfera, como resultado del clima o de la estación, fue la doctrina favorita de Hipócrates, considerado el padre de la medicina como tal.

Pues bien, Hipócrates estableció que el aire era la causa de la enfermedad, y que cuando el aire estaba infectado con corpúsculos enemigos de los humanos, la gente enfermaba. Así pues, el mal aire era el principal agente causante de las enfermedades contagiosas y epidemias.

Silencio.

Los miembros del Consejo de Administración de ARK vuelven a cruzar sus miradas. Sorensen mira fijamente al señor Solanki. La atmósfera, a pesar del cielo limpio de nubes, se está volviendo más pesada. Es más difícil respirar. El viento empieza a soplar con cierta fuerza.

Esto no está previsto.

Señor Solanki, ¿ha terminado con su introducción?

El señor Solanki acaba de usar el truco del aprendiz de ilusionista.

Piensen, señores, en el aire que respiran y pregúntense si no será en realidad la fuente de todos sus problemas.

Los miembros del Consejo de Administración de ARK reaccionan a la vez inhalando aire. Uno de los elementos más controvertidos durante la transición que supuso el Volcado fue la discusión sobre si se debería haber simulado la respiración humana. Los olores siempre habían sido una fuente sensorial placentera y ya que los olores se transmitían por el aire que los hombres respiraban, a pesar de que hubo voces partidarias de lo contrario, se introdujo el paquete de simulación de respiración del aire del ambiente. Se decidió que dicho paquete fuera incluido en todos los usuarios, una prestación para todo el mundo. Una servicio gratuito, como el aire que se respiraba.

Así pues, todos los presentes respiran, algunos de ellos cierran los ojos pensando en lo que el señor Solanki acaba de decirles, a pesar de no entender del todo el motivo de la exhortación.

Excepto Sorensen.

Señor Solanki, todos sabemos que no estamos aquí para hablar del aire ni de las teorías sobre la transmisión de enfermedades que Hipócrates desarrolló. Díganos a dónde nos quiere llevar. Estamos dispuestos a escucharle, pero no tenemos todo el tiempo del mundo.

En eso estamos de acuerdo. Intentaré ser lo más breve posible. Voy a dejar a un lado el asunto de la contaminación del aire.

Empezaré diciendo que el ser humano nunca ha pensado a largo plazo. El prestigio o éxito personal y colectivo se han valorado siempre en el marco de un plazo de tiempo breve, ya que los intereses de las generaciones presentes siempre han prevalecido sobre los de las generaciones venideras. Siempre ha sido más rentable explotar los recursos de hoy que dejar dichos recursos intactos para explotarlos mañana, ya que los beneficios de hoy pueden invertirse para poder hacer que esos recursos tengan más valor en el mercado. Y eso siempre ha sido un gran error del Hombre. Las consecuencias negativas se han trasladado siempre a las generaciones posteriores, aunque dichas generaciones no pudieran decidir ni quejarse cuando llegara el momento. Lo que llamamos la tragedia de lo común.

Nuestro gran problema actual, señores, es que esta vez no hay siguiente generación, así que la presente va a pagar las consecuencias de los excesos producidos. Hace tres años expliqué en mi informe el problema que había con el sistema de pensiones. Hasta aquel momento, el sistema había funcionado: la inversión inicial de usuarios se depositó en el banco de ARK para crear un fondo de pensiones que sufragaría los gastos de mantenimiento y estructura. Esos gastos de estructura eran principalmente los sueldos de los miembros de la clase trabajadora y de mandos intermedios, ya que el problema energético fue solucionado. Había y hay energía de sobras, sin coste alguno. El Sol suministra energía de sobra para el funcionamiento de la estructura, y el hecho de que todo esté enterrado bajo las dunas de un desierto en lo que antiguamente era el continente Africano garantiza el suministro. Muy bien, señor Sorensen.

El señor Solanki levanta el pulgar de su mano derecha irónicamente.

Hasta aquí todo funcionaba exactamente como figuraba escrito en el papel. Los miembros de la clase trabajadora recibían su sueldo mientras los usuarios disfrutaban de sus vidas, seguros de que ARK invertía su dinero en nuevas compañías, con nuevos servicios para hacer la existencia más placentera.

Señor Solanki, no hace falta que nos recuerde lo felices que éramos.

Disculpe, señor, pero quiero que comprendan bien lo que ha ocurrido. No me vuelva a interrumpir.

El problema se originó cuando se creó un fondo para el crédito destinado principalmente a miembros de la clase trabajadora, fondo que se alimentaba del fondo inicial en el que los usuarios habían depositado sus inversiones, como una forma más de hacer crecer su dinero, ya que se aplicó un interés más alto si el crédito iba dirigido a miembros de la clase trabajadora. Así pues, todo el sistema quedó interconectado y así ha continuado hasta ahora. Si el fondo de crédito hubiera funcionado, todos estaríamos más tranquilos sabiendo que la clase trabajadora, a través del crédito prácticamente ilimitado, también entraba en nuestra fuente de riqueza, y a la vez, quedaba anestesiada con las nuevas distracciones que su nuevo poder adquisitivo les traía, si se le llama por su nombre, podemos decir que se trata de otro tipo de esclavitud, entiendo que todos ustedes son conscientes de ello y que todo este proceso se ha producido siguiendo las pautas de un plan trazado.

Los miembros del Consejo de Administración de ARK sonríen condescendientemente. Sorensen hace lo mismo, a pesar de que percibe que lo que el señor Solanki va a decir a continuación no va a gustar a nadie.

¿Dónde está el problema que dice usted que se originó a partir del fondo de los créditos? El crédito se extendió a toda la gente para facilitar el acceso a los servicios y esa era la manera de equilibrar la balanza, de hacer un poco más feliz a todo el mundo.

El señor Solanki puede percibir la inquietud entre las sonrisas de sus oyentes, incluido Sorensen. El aire es más pesado. A pesar del cielo abierto que hay sobre sus cabezas, la atmósfera sigue pesando sobre los hombros, como un manto tejido con la inseguridad de unos y el miedo de otros, o de ambas cosas a la vez.

Saben ustedes que eso no es así. Aquí podemos decir las cosas como son. Lo que usted acaba de decir es una completa hipocresía. El crédito se extendió para generar riqueza, nada más. Nunca importaron las necesidades de la sociedad en la base de la pirámide.

El problema, señores, reside en que el sistema no funciona. Hace tres años el montante de créditos concedidos a alto interés superó al montante del fondo de pensiones, y a la vez empezaron a haber problemas para el cobro de dichos créditos. En pocas semanas el sistema implosionó. Y en ese momento les presenté mi informe, al que no le prestaron mucha atención. Lo que ha sucedido desde ese momento es lo que conocemos como un efecto dominó.

¿Y qué se supone que deberíamos haber hecho?

Tendrían que haberse sentado con los expertos, calcular el auténtico tamaño del agujero que se había originado y revisar todos los contratos. En definitiva, deberían haberse puesto a trabajar de verdad. Algo que no se ha hecho nunca. Tienen ustedes en cada una de sus aire-pantallas una copia completa del informe de hace tres años. Ruego se dirijan a la última página y lean la última frase.

Los miembros del Consejo de Administración de ARK, incluido Sorensen, pasan sus manos por las páginas que aparecen en sus aire-pantallas, hasta llegar a la última. Al final, se puede leer en letras mayúsculas, y en la fuente favorita del señor Solanki la frase:

SI CONTINUAMOS EXPRIMIENDO EL BALANCE DEL SISTEMA, EL SISTEMA ENTERO IMPLOSIONARÁ”

El sistema había implosionado tan sólo unas semanas después de que el señor Solanki escribiera aquella frase como conclusión de un informe al que nadie hizo caso. Había acertado en sus previsiones.

Solanki gana.

ARK pierde.

El señor Solanki levanta la mirada para ver la reacción de los oyentes. Algo le llama la atención por encima de las cabezas que tiene delante de él. Algo que también está por encima de las montañas que hay detrás de las cabezas que tiene delante de él. Por encima de esas montañas empiezan a aparecer nubes de un color gris oscuro, y según va agudizando la vista, puede apreciar que debido al choque de dichas nubes se producen descargas eléctricas. Señalando a las montañas, dice:

Al parecer, va a ser otro día lluvioso. Y por lo que veo, se avecina una fuerte tormenta. Saquen ustedes sus conclusiones. Yo ya he sacado las mías, las cuales les voy a detallar a continuación.

Sorensen no sabe si mirar a los nubarrones que se aproximan o mirar al señor Solanki e intentar adivinar cuáles son esas conclusiones. Su sistema piramidal era perfecto. Todo estaba controlado, el sistema se autorregulaba, de hecho, el sistema todavía de autorregula, de eso nunca ha tenido la menor duda. Pero el señor Solanki es quien al parecer más sabe sobre el sistema que ARK creó, un sistema basado en el modelo económico que ya funcionaba antes del Volcado.

Y el señor Solanki acaba de decir que el sistema no funciona.

No puede ser.

No puede ser.

Es imposible.

El sistema funcionaba antes del Volcado.

El sistema tiene que funcionar después del Volcado.

Entonces se oye un relámpago.

2 comentarios

  1. Sobrecogedor e interesante capítulo, como viene siendo habitual en Jaime. Franki, me encantan las nubes arremolinadas del cielo de tu ilustración 🙂

  2. Brutal, me encanta como han quedado retratados Sorensen y los otros, incapaces de ver lo que tienen delante…