Colapso – Capítulo 13

13 – TRENT Y AKIRA

La ciudad es un conjunto de canales que forman un gran laberinto bañado por el agua negra. El agua lo cubre todo, los edificios emergen de la oscuridad acuosa y son tan sólo visibles a partir del segundo o tercer piso. La humedad y la falta de luz hacen que todo parezca de un color más oscuro. A pesar del aspecto melancólico de la ciudad, las ventanas siguen llenas de caras difuminadas que observan la única embarcación que se desplaza por un canal que antes era una calle. No hay forma de comprobarlo, pero por lo menos la mitad de los que miran a través del cristal de las ventanas piensan que la ciudad ahora tiene el aspecto de un antiguo cementerio.
Sigue lloviendo, aunque ya no lo hace con tanta fuerza como los últimos días. El cielo tiene un color blanquecino que recuerda a los días de niebla intensa y pesada de un invierno de esos que ya nadie quiere comprar ni tan sólo para un momento de introspección.
Trent es el único ocupante de la embarcación que en este momento está hendiendo el agua del canal. Si no fuera por el chapoteo de las minúsculas gotas de lluvia que caen, el silencio sería absoluto. Por suerte, la embarcación disponía de una reserva de combustible que le ha permitido a Trent ponerla en marcha después de mucho tiempo amarrada en el muelle del lago del parque. Si todo continúa así, va a necesitar más combustible, mucho más. Y para eso ha llamado a Akira. Para eso y para alguna otra cosa. Seguro que el chico le consigue todo el que le hace falta.
Trent acaba de oír que alguien dice su nombre. Debe de ser Akira quien le llama.
Entonces divisa a su (podríamos decir) amigo asomado a una de las ventanas de un edificio de apartamentos. Enseguida que Trent ha visto a Akira, éste ha desaparecido de la ventana para introducirse en el interior del apartamento.
Trent detiene la embarcación y la puede amarrar a lo que antes hacía las funciones de foco de alumbrado público, y que ahora produce un chisporroteo bastante inquietante debido al contacto con el agua. La ventana a la que Akira estaba asomado hace un momento queda casi al nivel del agua, de manera que Trent puede alcanzarla con un pequeño salto.
Akira se encuentra en un pequeño apartamento que parece haber sido remodelado para ser utilizado como una biblioteca, aunque también dispone de una barra de bar y cinco o seis mesas, de las cuales hay dos ocupadas por personas que se dedican a leer, mientras toman sus bebidas. El lugar apenas está iluminado, así que debido a que hoy tampoco luce el sol, hay una especie de penumbra que le da cierto aire de estancia misteriosa en la que se podría estar planeando una revolución.
-¿De verdad has venido sólo por el combustible?
Akira está tomando una taza de algo que debe ser café, a juzgar por el color negruzco del líquido que hay dentro de la taza, el mismo color del agua que ha invadido toda la ciudad.
-No realmente. Lo sabes.
Akira sabe que Trent viene a buscar algún tipo de alucinógeno.
-¿Otra vez?
Akira piensa que Trent es un buen chico. Pero es un ser infeliz. Por lo que respecta a la personalidad de Trent, Akira está convencido de que la transferencia de la información durante el Volcado copió el estado anímico en el último instante de su vida biológica y lo codificó perfectamente en el dispositivo de funcionamiento cuántico que es ahora realmente Trent. El dispositivo de funcionamiento cuántico que es ahora Trent y todas las personas vivas. Trent era infeliz antes del Volcado como ser humano. Trent es infeliz ahora como ser cuántico. Por eso visita los niveles de realidad y por eso consume y trafica con drogas.
-Sí, otra vez.
-Supongo que te imaginas que tarde o temprano eso va a volverse en tu contra. Todo está dejando de funcionar. Eso también.
-Recuerdo perfectamente la última vez. Pero lo necesito. Mira a tu alrededor.
El resto de ocupantes de la estancia levantan sus miradas para examinar a Trent, como si ahora la conversación fuera con ellos.
-Mira a tu alrededor, Akira, nos estamos ahogando en esta maldita agua. Mira por la ventana. Todo está anegado, no hay nada. Todo ha dejado de funcionar, no sólo el servicio meteorológico, o los viajes. Todo.
-Los niveles de realidad todavía funcionan.
-¿Y qué ganamos con eso?
Silencio.
-Vivir.
Silencio
-¿Cuánto va a durar?
-Poco probablemente.
-Si es lo único que nos queda, no es mucho. Somos tan ignorantes que les llamamos niveles de realidad cuando en verdad son niveles de ficción. Diferentes formas de vivir una mentira.
-¿Has visto últimamente a tu amigo?
Akira aparta la mirada hacia los libros que hay almacenados en las estanterías que cubren las paredes de la habitación. Lenguaje no verbal. No ha escuchado la pregunta. Quiere hacer ver que no ha escuchado la pregunta. Porque no quiere hablar del señor Solanki. Recuerda su último encuentro con el señor Solanki y se incomoda. Aquel encuentro le dejó demasiadas puertas abiertas, demasiadas preguntas sin respuesta.
-Eh, sabes a quién me refiero. A Solanki.
Akira no tiene muchos amigos. Su vida es su trabajo, Miyako, y poco más. Y el señor Solanki.
-Sí le he visto. ¿Por?
-Creo que se está volviendo loco. Le he visto hace poco en el nivel siete.
-Así que por ahí andas otra vez.
Trent piensa que la gente que no visita los niveles de realidad no lo hace por miedo a lo desconocido. Son los bajos fondos, puede ocurrir cualquier cosa. Eso es lo interesante. De hecho, los niveles de realidad es lo único interesante que queda, además de las cápsulas que viene a buscar y que espera que Akira le pueda suministrar sin ningún tipo de problema.
-El nivel siete es peligroso –advierte Akira.
Akira nunca ha estado en el nivel siete. Sabe el preligro que comporta fusionar dos personas, aunque solamente sea por un corto espacio de tiempo. Aunque la fusión no es total, tiene sus inconvenientes. Y si Trent y el señor Solanki se han encontrado en el nivel siete, puede que en algún momento sus sistemas neuronales se hayan mezclado. Así que Trent no solamente se refiere a que haya ‘visto’ al señor Solanki, sino que muy probablemente, en algún sentido, Trent ha ‘sido’ el señor Solanki durante algunos instantes.
-Puede ser peligroso, pero es legal.
-El hecho de que sea legal no le resta peligro. Trent, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Adelante.
-¿Has estado fusionado con Solanki en el nivel siete?
Alguien en la habitación tose.
-¿Tiene que preocuparme eso?
-¿Has estado fusionado con Solanki en el nivel siete?
Akira repite la pregunta pero en un tono algo más alto y serio.
-Sí, durante unos segundos, no me gustó la sensación que tuve y salí. La mente del señor Solanki es muy compleja.
Akira no puede creer que el señor Solanki visite los niveles de realidad. Las cosas que él sabe deberían estar guardadas en algún sistema de archivo de alta seguridad, y él se dedica a juguetear fusionándose con otras personas de baja clase social. Akira supone que el señor Solanki tiene algunos momentos de locura, si no, no haría lo que hace.
-Akira, ¿cuánto hace que conoces a Solanki?
-No te sabría decir.
-Durante el corto espacio de tiempo que estuve fusionado con Solanki, pude percibir que el contenido de su cerebro estaba protegido de una manera especial. Tuve la sensación de que tan sólo una parte del contenido de la mente del señor Solanki estaba interactuando con la mía. Y entonces pensé que de alguna manera, tu amigo esconde una parte del contenido de su cerebro por alguna razón.
Akira guarda silencio.
-He estado indagando. Alguien a quien conozco muy bien me ha proporcionado acceso a la base de datos de los fondos de planes de pensiones. ¿Sabes que el plan de pensiones del señor Solanki tan sólo existe desde hace cuatro años?
-Eso no significa nada, Trent, no te entiendo.
-Sí que significa. Sin un plan de pensiones, no existes. Solanki existe hace tan sólo cuatro años.
-Te equivocas –dice Akira- Sólo el plan de pensiones de Solanki existe hace cuatro años. Solanki es mucho más viejo.
-Está bien. Akira, tío, entra en tus bases de datos y dime si encuentras un solo rastro de Solanki anterior a esos cuatro años. O dime si tienes algún recuerdo de Solanki de más de cuatro años. Es como si hace cuatro años, hubiera aparecido de repente, como por arte de magia.
-Bueno, el señor Solanki siempre ha tenido algo de mago.
-Veo que no tienes muchas ganas de hablar. Déjalo. Me da igual la identidad de ese señor. Pero en mi encuentro con él en el nivel siete, yo no dejaba de decir frases inconexas sobre una epidemia y un ‘regreso’.
-El nivel siete es peligroso, no sé por qué andas por ahí.
Trent ya se ha dado cuenta de que Akira no quiere hablar del señor Solanki. Nunca ha entendido esa especie de conexión que hay entre esas dos personas tan distintas.
-Ya sé que el nivel siete es muy peligroso, pero ya todo me da igual. Por eso he venido. Necesito un ‘viaje’. El último.
-¿El último?
-Sí, el último. Un último viaje en el que no haya agua. Y en el que luzca el sol. No pongas esa cara. Yo creo que sabes perfectamente lo que está pasando. Por lo que le oí decir a Solanki, nos estamos muriendo y no quiero estar presente cuando definitivamente ocurra.
-Nunca te ha gustado ensuciarte las manos..
Trent frunce el ceño. Se mira las manos. Están limpias.
-El trabajo sucio, Trent, la vida de verdad, lo que se conoce como asumir responsabilidades. No queréis saber nada de las cosas que de verdad importan, como vuestra muerte.
-¿Y qué hay de tu muerte, Akira? ¿Acaso vas a poder salvarte? Estamos en el mismo pozo.
-Sí, pero con actitudes claramente diferentes. Tú solo quieres escapar hacia delante de algo que tú mismo has fabricado.
-Te recuerdo que eres un programador. ¿Quién ha fabricado a quién?
Akira siempre se ha sabido mover entre los de la clase no trabajadora. De hecho, él se relaciona más con miembros de la clase no trabajadora que con miembros de su clase. Tan sólo Miyako y algún otro compañero de trabajo, pero principalmente interactúa con gente como Trent. Ni siquiera visita los niveles de realidad. Miyako le dice en muchas ocasiones que se ha aburguesado. Pero él no lo cree.
-Yo soy el instrumento, Trent, la mano de obra.  Os conozco muy bien. Los de tu clase siempre habéis necesitado un brazo ajeno para hacer aquello que os resulta incómodo o tedioso, o mecánico. Yo no estoy con los tuyos. Vosotros huís. Nosotros salimos a flote. Hemos subido las escaleras y hemos ocupado este edificio. Mira a estas pobres gentes. Tú quieres el último viaje, no quieres ensuciarte con esta agua negra que está en todas partes. Son formas distintas de afrontar la realidad.
-¿Y cuando ya no haya nada a lo que agarrarse? ¿Qué vais a hacer tú y los tuyos?

 

2 comentarios

  1. Me gusta el rumbo que va tomando. Antes me estaba gustando la trama y algunos de los discursos, pero no me llamaba especialmente ningún personaje. Sin embargo, Akira empieza a parecerme muy interesante. A ver cómo sigue.

  2. La agobiante presencia del agua está creando una sensación de ahogo. Y no se trata de una juego fácil de palabras, je je. En verdad que al leer el relato se siente ese fin próximo. El agua por todas partes. La angustia. ¡Qué ganas de saber cómo acaba!