El enigma humano “1921514915”

Extracto N.º 1 del interrogatorio a humano

—Camisa blanca, pantalón tres cuartos y un par de zapatillas viejas… Es todo lo que llevo. ¿Que de qué material es esto? Pero ¡¿nunca vieron una camisa?! —suspira y expresa una mueca de cansancio—. Un tipo de tela…, género, no sé cómo lo entenderían.

Extrae un rectángulo maleable de la parte superior de su camisa y preguntamos con interés.

—¿“Rectángulo maleable”? Ja, ja. Nada del otro mundo, un vicio: cigarrillos se llaman, puchos, fasos, caretas, qué sé yo… —lanza una fuerte carcajada y nos hacemos hacia atrás con precaución. Mi colega arremete con otra pregunta y el humano responde—. Sirven para dejarlos y para nada más; hace tiempo que lo intento, pero créanme que este es, por lejos, un mal día para perder el hábito. ¿Gusta usted de uno, señor…?

—Luxunsteinen —responde secamente mi colega, cuya habilidad para los interrogatorios suele abrumarme.

—¿Luxunsteinen? ¡Lux…uns…tei…nen! Parece alemán —sonríe—. ¿Esto es Alemania en otra dimensión? ¿Tienen cibernazis también? Ja, ja.

—Esto es Uralia —respondo entonces, y Luxunsteinen me mira de un modo que no alcanzo a comprender.

—¡¿Uralia?! Ah, sin duda… —enciende un cigarrillo y se echa hacia atrás con los ojos cerrados—. Creo que me he vuelto loco, señores.

El hombre juró que provenía de Tierra. Así como suena: Ti-er-ra. Hubo cierta cantidad de palabras que nuestros procesadores no lograron decodificar por su complejidad (unas pocas están señaladas con reemplazos fonéticos), y ciertos conceptos que tampoco fueron capaces de asimilar. Nuestro “Negociador de lenguajes” hizo posible la comunicación durante el interrogatorio.

Extracto N.º 2

—Díganos su nombre y su procedencia.

—Néstor Albarracín, cuarenta y ocho años…

—¿Eso es su…?

—Sí, “eso” es mi nombre, ¿tan feo te parece, Lux…? Te puedo decir Lux, ¿no? Además, con esa cara medio amarillenta me haces acordar a un tío que vivía mal del hígado. Parecía un chino el pobre.

—¿Chi-no? —pregunté yo.

—Sí, un chino, boludo, un ponja, un oriental… —se encogió de hombros y dejó pasar un lapso—. En fin, la cuestión es ahora mi procedencia… Creo que eran las siete y pico de la tarde cuando llegué a casa. Había laburado toda la mañana, después tuve un encuentro. Estaba muerto de “1921514915” (palabra intraducible; creemos que ahí se esconde la clave de su transportación) y me decidí a tomar una…

El “Negociador de lenguajes” emitió unos horribles silbidos que interrumpieron al sujeto. Luxunsteinen gruñó y dejó ver su mandíbula filosa. Ahí fue cuando el humano se erizó completamente y dejó las bromas a un lado. Por lo menos, de momento.

—¿Qué esa máquina infernal, carajo…, y esos colores? Me estoy trastornando de verdad… Creo que necesito un psicólogo urgente, o quizá necesite una religión, como decía mamá —balbuceó, tomándose el cráneo con ambas manos. Hubo una fugacidad empática entre nosotros y mis ojos cambiaron a rojos por un instante. Seguidamente, el hombre inspiró y procuró serenarse—. Le decía…, le decía que estaba en mi casa como cualquier tarde. Había vuelto de una cita.

—¿Qué cita? ¡¿Cómo llegó a Uralia?! —rugió “Lux”.

—¡Es que no lo sé, simplemente aparecí! Y nadie me envió a esclavizarlos, como dicen ustedes, quédense tranquilos que no mato ni a una mosca. —Expliqué brevemente sucesos recientes de nuestro planeta y el humano no pareció sorprenderse—. Bueno, de todos modos, veo que ya recobraron la independencia…

—Y así seguiremos —tercié.

—Muy justo. ¿Puedo continuar ahora? Porque, por lo que veo, aparte de tener cuatro brazos, tienen cuatro lenguas.

El sujeto entonces nos relató lo que sucedió hace ya unas trescientas veintidós horas uralitas: como si tal cosa, el hombre se había materializado espontáneamente en medio del “Parque de Metales Fríos”, a pocas yardas de Brux (el equivalente humano a “Disneylandia”, según nos contó). Había paz en el lugar, como es natural, pero el humano arruinó todo en un instante. Los uralitas corrían de aquí para allá como si hubieran visto al mismísimo Caos en persona. Si bien fisonómicamente el humano no se alejaba mucho de nuestra anatomía, contaba sólo con dos brazos, y eso podría espantar a cualquiera. Y sus dedos… oh, sus dedos eran tan finos… Una uralita que paseaba por el parque por poco se vaporiza al verlos. Ciertamente, el humano había sembrado el horror.

Un centinela lo derivó de inmediato a nuestras dependencias para el interrogatorio pertinente. El hombre al principio estaba ido, sumido en un espanto blanco. Aunque es verdad que más asustados estábamos nosotros; quizá se dio cuenta de ello y por ese motivo se tranquilizó más tarde.

A primeras, Néstor Albarracín Cuarenta y Ocho Años no parecía hostil, por lo que no tuvimos que recurrir a métodos más duros. La conversación fue, dentro de todo, pacífica. Nos explicó que simplemente tenía “1921514915” y suponía que nuestro planeta era producto de aquello.

El enigma es angustiante.

Extracto N.º 3

—Venía de encontrarme con Analía, que es un “1921514915” (deducimos que a las humanas también puede atribuírseles este caso enigma). Imagínense que estaba cansado y necesitaba acostarme…

—¿Y eso por qué? —pregunté. Cada vez entendía menos.

—Pero ¿para qué se acuestan ustedes? ¿Es que acaso no “hibernan”, por así decir? ¿No? Bueno, nosotros sí. Y lo que creo es que ¡esto! no es más que un producto fantasioso arbitrario de esa “hibernación”, ¿se entiende? No, no entienden… —expresó, resignado—. ¡Igual qué importa! De un momento a otro esta locura va a tener que terminar. Ya lo van a ver, un ¡pluf! y el “1921514915” acabará.

Y, para nuestra sorpresa, fue así como sucedió. Nos hallábamos en medio del interrogatorio cuando el sujeto, riendo, se desvaneció por completo. Deducimos ahora que ellos (los humanos) cuentan con un desarrollo en su condición natural altamente avanzado, ya que mediante el “1921514915”, que, según parece, es algo similar a la hibernación, pueden visitar otros mundos. Aunque, por lo visto, ignoran la veracidad de este hecho.

2 comentarios

  1. ¡Genial, Daniel! Un relato muy bueno e imaginativo. Es increíble como uno va deduciendo lo que significa el misterioso 1921514915. Además la historia cuenta con diálogos muy imaginativos e incluso humorísticos. La ilustración es también muy sugerente. Me ha resultado muy agradable su lectura. ¡Felicitaciones!