Colapso – Capítulo 16

16 – AKIRA Y EL SEÑOR SOLANKI

colapso16

Akira tiene delante al señor Solanki. El señor Solanki está sentado en una silla sin respaldo. Entre Akira y el señor Solanki hay un piano de cola.
En los últimos días Akira tiene que esforzarse en reconstruir su memoria reciente. Está bastante seguro de que esa es la manera en la que su ser se defiende de la enfermedad que está matando a la gente a su alrededor. Intenta recordar cómo ha llegado hasta aquí.
Sabe que navegaba en el barco de Trent. Sabe que Trent debe estar muerto, por el número de días que han pasado desde que le vio por última vez. Sabe que en el barco está Miyako. Sabe que Miyako está enferma porque tiene la piel de todo su cuerpo cubierta de esa especie de esporas que se adhieren sin piedad y acaban con la existencia de las personas. Pero eso no es memoria muy reciente.
Y entonces, con mucho esfuerzo, empieza a recordar lo que ha sucedido en los últimos minutos. Recuerda que ha tenido que apartar varios cadáveres que flotaban en el agua. Recuerda que ha mirado a Miyako y ha encontrado cierta analogía entre la forma en que las cuencas de los ojos de su novia se han hecho más profundas, y la forma en que las cuencas de los ojos de los cadáveres que había flotando en el agua se han hecho profundas hasta prácticamente dar al rostro un aspecto de calavera con piel.
Recuerda que mientras pensaba en eso, ha empezado a escuchar una música que le resultaba muy familiar. Recuerda que ha reconocido la melodía que escuchaba como La Canción de Sally, saliendo de las teclas de un piano.
La Canción de Sally.

Siento que hay algo que trae el viento
Que parece una tragedia a punto de ocurrir
Y pienso  que quiero estar con él,
Y no puedo quitármelo de la cabeza

Recordaba la letra de la canción, aunque tan sólo oía la melodía de la canción interpretada por el piano. Tampoco eso era memoria muy reciente.
Akira recuerda que en ese momento recordaba que aquella canción siempre le había emocionado. Akira amaba la música, pero había muy pocas canciones que le emocionaban. La Canción de Sally era especial, es especial para él.
Hubo una época en su vida en la que se interesó por la manera en la que el sonido podía afectar al cerebro humano. Y la música. Se dedicó durante un tiempo al estudio de los ritmos de los impulsos eléctricos que ocurrían en el cerebro. Y también se dedicó durante un tiempo al estudio de la música. Siempre pensó que existía alguna conexión entre los ritmos musicales y los mentales. Incluso había leído algo sobre una melodía ideal que se adaptaba perfectamente a los ritmos eléctricos del cerebro, como una llave que podía abrir una cerradura. De manera que las ondas del sonido de la melodía y las vibraciones eléctricas del cerebro podían llegar a una sintonía tal que hiciera que la mente de una persona pudiera funcionar de una manera diferente. Aquella melodía ideal podía abrir la cerradura. Nunca acabó de averiguarlo. Uno de esos proyectos que en su vida se quedaron a medias. Le hubiera gustado construir con sus manos un aparato capaz de sintetizar el sonido y las escalas musicales para poder abrir el cerebro de las personas y contribuir a la evolución de la mente humana. Uno de aquellos artilugios de antes de la era digital con circuitería física y osciladores y filtros e incluso teclas blancas y negras.
Siempre ha pensado que la melodía ideal que podía conseguir abrir su propia mente era la Canción de Sally.
Akira recuerda que ha podido localizar de dónde venía el sonido del piano. El ático de un edificio en el que alguna vez se había reunido con el señor Solanki. Recuerda que ha podido amarrar el barco junto al edificio, y con lágrimas en los ojos, ha subido las escaleras hasta el último piso. Recuerda que todo el edificio estaba completamente desierto, sin vida, sin personas, ni siquiera ocupantes ilegales de propiedades que en las últimas semanas han proliferado y a los que incluso él se ha unido, ya que el apartamento en el que vivía quedó inundado por las lluvias. Recuerda que ha dirigido sus pasos por la última planta del edificio siguiendo el sonido de la melodía de La Canción de Sally, y que finalmente ha encontrado al señor Solanki sentado entre un piano de cola y unos enormes ventanales desde los que tan sólo pueden verse las terrazas de los edificios más altos de la ciudad emergiendo en un océano negruzco bajo unas nubes grises que no hacen presagiar nada bueno. Y recuerda que tan pronto le ha visto, el señor Solanki ha dejado de tocar el piano.
-Puede continuar usted, me gusta esa canción.
El señor Solanki hoy presenta un aspecto diferente en la forma en la que viste. La forma en la que el señor Solanki se ha vestido hoy es la forma en la que se vestiría alguien que está a punto de iniciar un viaje.
Su peinado, sin embargo, es impecable como siempre.
La sala en la que se encuentran Akira y el señor Solanki está totalmente vacía. Tan sólo está el piano, la silla, y ellos dos. El hecho de que la estancia esté totalmente vacía hace que la voz de Akira tenga una reverberación que podría llegar a la categoría de eco, dadas las dimensiones de la habitación. Akira mira a través de los ventanales para observar el cielo. El señor Solanki se gira para hacer lo mismo.
Señalando hace los ventanales con su cabeza, el señor Solanki dice:
-Eso es lo que habéis comprado. Un océano sucio que se está empezando a llenar de cadáveres. Deberíais pedir que os devuelvan el dinero.
La ironía del señor Solanki siempre ha irritado un poco a Akira. Por eso en esta ocasión, al irónico consejo del señor Solanki ha seguido una expresión facial de desaprobación de Akira, que significa lo mismo que si le hubiera dicho que él no ha comprado nada. El señor Solanki comprende el estado de ánimo de Akira por su cara de desaprobación y por las lágrimas que todavía hay en su rostro. Por eso decide ir directamente a las razones por las que ha provocado este nuevo encuentro.
-Los canales que he utilizado habitualmente para localizarte han dejado de funcionar. Esta era la única manera de hacerte llegar a mí. Hay cosas importantes que debes saber y hay cosas importantes que debes hacer. Hoy es más importante lo que debes hacer que lo que debes saber.
Akira ahora está un poco más calmado.
-Para hacer hay que saber, señor Solanki.
-No en esta ocasión, hijo. No queda mucho tiempo, créeme. La acción es necesaria en este momento.
Akira vuelve a mirar al océano negro que hay detrás de los ventanales y recuerda que acaba de amarrar un barco en el que Miyako está sufriendo la enfermedad que está matando al mundo.
-Un momento. Hay algo que debo saber ahora mismo.
El señor Solanki ya sabe a qué se refiere.
-Tu novia.
Akira empieza a pensar que el señor Solanki puede leer su pensamiento, que su cliente tiene la llave de su mente. ¿Será porque sabe tocar esa melodía?
-¿Tu novia está en el barco de Trent?
Akira no le ha dicho al señor Solanki que haya venido en un barco. El señor Solanki no puede ver desde donde está el barco en el que Akira y Miyako han llegado al edificio. Obviamente, es necesaria una embarcación para desplazarse por este nuevo orden de cosas, pero desde luego, no puede saber si es un barco y mucho menos si ese barco es el de Trent.
-Sí, está en el barco, está como adormecida.
-¿Puede mantenerse de pie?
-No. Lleva tres días acostada y casi no puede mantenerse despierta.
La simulación del sueño para después del Volcado fue uno de los paquetes de servicio opcionales más vendido. Se promocionó como una de las prestaciones de placer más necesarias y deseadas. Una prestación, además, que mejoraba la sensación real, ya que se podía escoger el momento en el que se activaba y desactivaba, totalmente programable, con un sinfín de entornos y tipos de sueño, incluídos aquellos producidos por medicamentos de antes del Volcado. De hecho, los nombres comerciales de los tipos de sueño son los mismos nombres de los antiguos medicamentos que los producían.
Akira desconoce el tipo de sueño con nombre de medicina que en estos momentos afecta a Miyako.
-Akira, lo siento mucho. Miyako no va a seguir viva por mucho tiempo.
Akira vuelve a pensar en la llave que tiene el señor Solanki para abrir su mente.
-Nunca le he hablado de Miyako. Nunca he hablado de mi vida privada con mis clientes. Ni con usted. No hay forma en la que usted pueda saber su nombre. Dígame de una vez quién es usted.
-Eso ahora no tiene mucha importancia, chico. Tendrá importancia en nuestro próximo encuentro, que además será el último. Ya no podemos seguir viéndonos sin que eso tenga consecuencias. Ahora voy a decirte lo que tienes que hacer. Debes acompañar a tu novia hasta el último momento. Tú vas a sobrevivir. Supongo que te has dado cuenta que esa especie de materia volátil de color negro que todavía no tiene nombre y que probablemente no lo va a tener nunca no te afecta a ti. Y que eres una de las pocas personas a las que no les está sucendiendo nada. Y supongo que te has dado cuenta de que igualmente hay algo que no funciona demasiado bien dentro de tu mente.
Akira siempre ha albergado dudas sobre la posibilidad de que el señor Solanki tuviera cierto poder sobre sus actos y pensamientos. Ahora está totalmente seguro. Empieza a sentir cierto temor.
De nuevo, el señor Solanki vuelve a leer el pensamiento de Akira.
-No temas, chico. Soy yo el que ha hecho posible que la enfermedad no te afecte. Pero el antídoto tiene algunos efectos colaterales.
Akira tiene ganas de llorar. Más concretamente, de seguir llorando. Miyako no va seguir viva. Al parecer, él sí.
-¿De dónde ha sacado el antídoto? Yo no he podido encontrarlo.
-El antídoto ha estado siempre dentro de ti. Hijo, ¿no has sentido alguna vez que eres diferente a la mayoría de la gente que te rodea?
Akira siempre se ha sentido fuera del mundo, pero eso ha sido desde pequeño. Siempre ha querido compensar ese sentimiento con intentos desesperados de agradar a todo el mundo, para sentirse normal. Cada vez que alguien se refiere a él como algo especial, intenta quitarle importancia.
-Mira mi pelo –dice Akira mientras mira hacia arriba, sintiendo cómo sus pestañas toquen prácticamente su flequillo de color púrpura.
-Ya sabes a qué me refiero. Me refiero a los estados mentales, a los recovecos de tu cerebro virtual, a los mecanismos de comportamiento, espacios en blanco, saltos, o mejor dicho, atajos en la continuidad de la lógica del pensamiento, ese tipo de cosas.
Akira entiende perfectamente lo que le está diciendo el señor Solanki, pero sigue queriendo parecer normal.
-Eso es debido a mi profesión.
El señor Solanki entiende que Akira se refiere a su profesión clandestina.
-Hazte la pregunta al revés, Akira.
Silencio
-¿Es tu profesión la causa? ¿O tu profesión es la consecuencia?
Silencio.
Akira siente cómo todo el contenido de su mente se da la vuelta. Lo que estaba al final ahora está al principio. Lo blanco, es negro, el cero es uno y el uno es cero. Como si todo ahora tuviera sentido, no sabe muy bien el recorrido que ha hecho hasta ahora su vida, ni siguiera está seguro de cómo empezó todo,  pero sí sabe que hay un final y que está cerca. La forma en la que ve el futuro es la forma en la que antes miraba hacia el pasado, la forma en la que recordaba es la forma en la que programa o prepara lo que va a hacer. El ayer es mañana, y el mañana es ayer. Una especie de efecto inverso, que le acaba de llevar a lo que algunas personas llaman clarividencia. Algo que raya en lo religioso.
Antes del Volcado, Akira recuerda que siempre le interesó el funcionamiento del cerebro humano. Leyó mucho sobre el tema durante un tiempo. Incluso recuerda vagamente que estuvo a punto de iniciar estudios de neurología. Y siempre le pareció fascinante que la parte del cerebro que contenía los recuerdos del pasado era la misma que utilizaba para realizar planes de futuro. Como si el recorrido del tiempo dentro del cerebro fuera un bucle de doble sentido en el que el pasado y el futuro se reencontraran eternamente. Parece que la simulación del funcionamiento del cerebro humano que se programó para el Volcado también contempló esa característica. Al menos en su caso.
Y ahora, Akira tiene esa sensación. Lo de ayer es lo de mañana.
¿Le puede ocurrir lo mismo al resto de las personas?
¿O sólo le ocurre a él?
El señor Solanki sonríe.
-¿Comprendes ahora, hijo?
Akira puede vislumbrar en su interior a miles, millones de personas muertas, flotando en el agua negruzca, y con la piel negra debido a la enfermedad.
-Va a ser todo más rápido de lo que me imaginaba. No es tan sólo un fallo del sistema, ¿verdad? Es como un virus.
-Vaya, Akira, tú también puedes pronunciar esa palabra.
-Obviamente. La obtuve de forma ilegal. Aunque no sé muy bien por qué. Un lujo. Nos habíamos quedado en que debo esperar a que Miyako muera.  Usted no se ha inmutado, pero yo tengo ganas de morir en lugar de ella. ¿Qué va a pasar luego? ¿Por qué iba a querer mantenerme vivo?
El señor Solanki empieza a percibir un peligro con el que no había contado. Que Akira no quiera seguir vivo se puede convertir en un problema para él.
-Después volveremos a vernos. Ahora tienes que intentar desvincularte del mundo. Trent ya no te une a este barco a la deriva –dice el señor Solanki señalando al esterior-, y Miyako lo dejará de hacer en las próximas horas. Pero debes despedirte de ella.
-Eso es cosa mía, no es usted mi padre.
-No, Akira. Hazme caso. Debes despedirte de ella, como lo hiciste de Trent. Eso te preparará para el regreso.
El regreso. Akira piensa en la palabra regreso. Siempre le ha recordado al nombre de una secta. De hecho, ha conocido a algunos miembros de organizaciones partidarias de regresar a la forma corpórea. Pusilánimes que creen que el mundo anterior es mejor. En definitiva, una secta, un grupúsculo marginal que nunca ha pasado de mera anécdota en los listados de noticias. Él nunca ha pensado lo más mínimo en un posible regreso. Aquí siempre ha tenido lo que ha querido.
-No se puede regresar, creo que incluso técnicamente es imposible.
El señor Solanki se levanta de su silla sin respaldo. Se acerca a Akira hasta que lo tiene rostro a tan sólo unos centímetros.
-Tan sólo piensa una cosa, hijo. Piensa en cada vez que la Humanidad ha hecho un salto cualitativo en lo que a avance tecnológico se refiere. La invención de la rueda, la imprenta, el control de la electricidad, la cápsula de terbio. Dime: ¿crees que no habría sido fácil volver al estado anterior si el avance no hubiera resultado todo lo bueno que se esperaba?
Akira piensa en lo que el señor Solanki acaba de decirle. Para él la tecnología siempre ha sido su medio de subsistencia. Siempre la ha dado por sentada. Pero pocas veces se ha parado a pensar si la tecnología ha resultado todo lo buena que se esperaba. Sin embargo, el nuevo estado mental en el que se encuentra, le permite en una fracción de tiempo diminuta hacer un recorrido mental por la historia de la Humanidad desde el punto de vista de la tecnología.
-Ha habido unos cuantos avances tecnológicos que no han resultado del todo buenos. Pero nunca se ha vuelto atrás cuando se han constatado los perjuicios.
-Pero eso no quiere decir que no se hubiera podido hacer.
Akira piensa que el señor Solanki tiene razón. Le vienen a la mente algunos avances tecnológicos no necesariamente beneficiosos para la vida del hombre o del planeta Tierra en general, y no habría sido demasiado difícil dejar aquellas tecnologías de un lado y seguir por otros caminos.
Akira sigue escuchando al señor Solanki.
-Así que no te preocupes por si se puede o no se puede. Claro que se puede. Hay quien puede hacerlo. Tú puedes. Y otras personas también, pero no creo que las conozcas.
Akira piensa en la forma en la que hipotéticamente se puede volver a la forma corpórea, pero miles de preguntas autoformuladas se le acumulan en su mente.
-¿Por qué está tan seguro?
-Eso ahora no tiene demasiada importancia. Lo que importa realmente es que la vida aquí va a ser imposible en pocos días. Y debes confiar en lo que te digo. La vida afuera vale la pena. Pero primero debes hacer lo que te he dicho. Vacíate de vínculos con el mundo, intenta que Miyako sea la última persona con la que hablas. Después debemos encontrarnos en el Nivel Siete.
El Nivel Siete.
Akira sabe lo que es el Nivel Siete. Pero no ha estado nunca. No le han faltado oportunidades porque la mayoría de sus clientes le han solicitado encuentros en el nivel siete. Pero Akira siempre ha pensado que ese tipo de experiencias no son para él, independientemente del riesgo que se asume interaccionando con la memoria reciente de una mente que no es la propia, sentirse otra persona, de hecho.
Seguramente, el entorno en el que se supone que el Nivel Siete funciona, debe haber desaparecido, igual que el resto de los niveles de realidad. Todo eso debe ser cosa del pasado a estas alturas, según los cálculos de Akira.
-No estoy seguro de que el Nivel Siete todavía funcione.
-Probablemente no, pero si no funciona, deberemos crearlo nosotros. Lo vamos a necesitar.
Akira el señor Solanki se quedan mirando a través de los ventanales. Las nubes siguen cubriendo el cielo. Ambos saben que no van a volver a ver el sol. A lo lejos, ven una especie de pulsación lumínica de baja frecuencia. La forma en la que la pulsación lumínica aparece y desaparece le recuerda a Akira a la forma en la que una luz estroboscópica ilumina a intervalos de décimas de segundo los cuerpos de las personas en un club nocturno.
-Estos encuentros deberían ser algo más breves. Es demasiado arriesgado quedarse tanto tiempo en el mismo lugar.
La pulsación lumínica parece la simulación de decenas de relámpagos cayendo sobre el agua.
Akira piensa que quizá se aproxime una nueva tormenta.
Y que quizá sea la última tormenta.

2 comentarios

  1. Muy interesante la idea de volver a la forma física. Está claro que es la única salvación que les queda, aunque me pregunto cómo se hará posible. Es tan perturbador como la explicación del Big Bang: sí, toda la materia salió de un punto, ¿Pero de dónde viene toda esa materia? Nos explican alegremente que se creó de la nada..? ¿Y luego la ciencia critica la fe religiosa..? 🙂

  2. De acuerdo contigo, Allmanzor, esta serie plantea un montón de incógnitas de cómo se resolverá todo…. y yo sé poco más que vosotros, Jaime me pasa material con cuentagotas… estoy ansioso de conocer el final!