Author Archives: Alex

  1. La conexión

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    Frank Lelek se encontraba mirando a través del panel de aluminio transparente que separaba la sala de reclusos de la sala de control. Estaba observando cómo colocaban en su lugar al nuevo. Un operario corpulento había trasladado el cuerpo desnudo de Jacob Steiner, tumbado sobre una camilla acolchada, hasta el lugar que en otro momento ocupara Liliana Corberó y antes de ella un recluso que ya había cumplido su condena.
    El operario colocó a Jacob de tal manera que la luz que iluminaba aquel punto sólo bañara su cuerpo.
    «Otro recluso que ocupa ese lugar. Cuando él se vaya vendrá otro a suplirlo. ¿Hasta cuándo se mantendrá esta sucesión? En esta remesa han llegado seis. En la anterior entró uno…». Esos pensamientos recorrían la mente de Frank mientras observaba al operario. «Allí indefenso, ese pobre muchacho de treinta y seis años no es consciente de lo que le están haciendo. Su mente se halla en un estado de sumisión hasta que lo conecten a su fantasía personal…».
    El operario había dispuesto todos los materiales necesarios, para introducir las diferentes sondas, en una mesa de mayo situada al lado de la camilla. Se dispuso a colocar primero la sonda naso gástrica  que permitiría al recluso alimentarse hasta que pudiera  hacerlo por la vía intravenosa.
    «Fantasía personal» –retomó Frank sus pensamientos.
    Era el eslogan que habían utilizado en la Tierra, para que el pueblo aceptase que los condenados a perpetuidad vivieran un sueño del que no despertaran jamás. El presidente de la Unión Europea, que fue donde se descubrió el sistema, había dicho que a Jean Einer; cabeza pensante del proyecto, se le había ocurrido la idea al ver la película Desafío Total y acordarse de la agencia de vacaciones Memory Call.
    Frank había visto el anuncio del nuevo sistema penitenciario global  que se realizó en rueda de prensa. El mundo se detuvo durante las más de dos horas que duró aquella presentación. Siempre que llegaban nuevos reclusos a la penitenciaría, a Frank le venía  a la memoria su propia historia. Él era guardaespaldas y trabajaba para una multinacional que daba servicio a hombres de negocios. Solía custodiar a un joyero durante los viajes que realizaba entre España y Francia. El joyero solicitaba sus servicios con frecuencia, sobre todo porque gustaba de jugar a las cartas y se le hacía el viaje más corto y ameno.
    Fue durante uno de esos viajes que un pasajero tropezó con el maletín que el joyero llevaba encadenado a su mano derecha, haciendo caer las cartas al pasillo del tren. Mientras el extraño nos ayudaba a recogerlas, Frank pudo ver cómo aprovechando la distracción, el pasajero intentaba abrir la esposa que se cerraba en torno al asa del maletín. Lo apartó y mientras el sorprendido repetía que no había hecho nada, introdujo la mano en el bolsillo de atrás del pantalón. Fue entonces que Frank disparó pensando que iba a sacar algún arma blanca y amenazar a su cliente.
    Por último, el operario conectó el “pincho” como lo llamaban por allí los compañeros. Se trataba de un artilugio electrónico en forma de cono que se introducía en un receptáculo abierto a tal efecto en el cráneo del recluso. La operación para crear el receptáculo se llevaba a cabo en la Tierra, ya que era bastante compleja. Se decía que algunos reclusos habían muerto en la operación. Este pincho era el que transmitía la información sobre la “fantasía personal” del recluso, así como todo lo referente a su estado físico.
    Frank desvió la mirada cuando el operario se disponía a introducir el “pincho” en la cabeza del recluso. Siempre le recorría un escalofrío cuando llegaba ese momento.


    Perdido ya el hilo de sus pensamientos, se percató del punto rojo que parpadeaba en la esquina superior derecha del ventanal de aluminio transparente. Debajo de la señal luminosa se podía leer «buscando conexión». Frank extrajo su cristal del bolsillo de la chaqueta y pulsó el botón OK del panel que rezaba: “Fantasía Jacob Steiner. Recluso 6910.1669.18.03.2211”.  Comprobó que podía acceder a las constantes del recluso desde su cristal…
    Frank parpadeó ante la luz de la sala de control de la penitenciaría. Se incorporó en la camilla metálica hasta quedar sentado mirando hacia los compañeros que vigilaban a los presos con la ayuda de sus cristales. A su lado se encontraba Albert, uno de sus subordinados, que todavía sujetaba el “pincho” con la mano derecha, y le dijo:
    –Siempre me sacas muy justo Albert.
    –Señor, usted me dijo que no quería pasar ni un segundo más del necesario en las conexiones. Que ya tenía bastante con tener que pasar el resto de su vida en esta prisión…
    –Tienes muy buena memoria Albert… –dijo Frank a modo de despedida dirigiéndose hacia la puerta de la sala de control.
    Mientras recorría los mudos pasillos que le conducirían a sus dependencias personales, le asaltaba la duda que se había instalado en su mente desde que supervisara la primera conexión: «¿No habría sido mejor sufrir una “fantasía personal» que pasar el resto de mis días condenado a vigilar a los que como yo están presos?»

  2. Colapso – Capítulo 8

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    8-ESSIEN Y CLARA


    Definitivamente, el clima se ha convertido en una pesadilla para ella.
    Llueve.
    Llueve sin parar.
    Los servicios de información no paran de escupir noticias sobre la quiebra de esta o aquella compañía. Incluso los servicios de información están dejando de funcionar. Después de las empresas de servicios meteorológicos vinieron las de servicios de ocio y ficción. Viajes, experiencias de exploración, juegos.  Todo se ha ido a la  mierda. La vida ya era aburrida. La vida ahora es más aburrida todavía.
    Y llueve.
    En casa todo está más oscuro. La pintura de las paredes empieza a parecer gastada, está empezando a perder su color, se está volviendo todo del mismo color grisáceo que el que tiene el cielo desde hace semanas. La luz se está conviertiendo en un vago recuerdo de tiempos más felices. La luz se ha quedado en un recóndito rincón de la mente de ella.
    -¿Cómo va el trabajo, Ess?
    No se le ocurre otra cosa de la que hablar con él.
    -No me preguntes por mi trabajo, pronto voy a dejarlo. O mejor dicho, me van obligar a dejarlo.
    A él no le importa mucho lo de la lluvia, puede vivir con ello. Pero le sobra la conversación sobre su trabajo, que va a perder en pocos días, porque al parecer la compañía va a cesar su actividad debido a la falta de demanda de los servicios de consultoría que venden. El efecto dominó. La fragilidad del sistema. El endeudamiento masivo. El colapso económico.
    Términos que no cesan de pronunciarse en las últimas reuniones, que por otra parte no sirven para nada. Hay que hacer algo al respecto, pero en aquellas malditas reuniones nunca se toma decisión alguna. Palabras, palabras, palabras. Ningún hecho. Nadie hace nada al respecto. Nadie es capaz de tomar una decisión. Y no va a ser él tampoco el que lo haga. Está bloqueado, no sabe muy bien por qué. En otro tiempo habría aparecido en la sala de reuniones con alguna solución prácticamente mágica, que todos habrían aplaudido. Ahora es diferente. Puede que sea la lluvia. Pero no es la lluvia. No piensa con claridad. Es como si sus pensamientos no tuvieran continuidad. La cadena lógica no funciona en su cerebro, y no llega a conclusiones con facilidad. Y está pasando lo mismo a otras personas que conoce.
    Puede que sea la lluvia.
    -Está bien, no hablemos pues.
    Los dedos de ella están jugueteando con su cabello, signo inequívoco de un aburrimiento que empieza a ser enfermizo, así que decide dirigir la conversación hacia ese lado.
    -Estoy aburrida. Creo que un día voy a morir de aburrimiento.
    Silencio. Él se fija en sus dedos. En sus manos. Unas manos que en algún tiempo llamaron su atención
    -Yo creo que ya nos estamos muriendo.
    -¿Por qué dices eso?-dice ella.
    Él empieza a notar una vibración cuyo origen desconoce, una vibración que podría proceder de una fuente interna o externa. Parece un pulso electromagnético de alta frecuencia. Hace días que le ocurre.
    -Porque no puedo pensar con claridad –dice él-. Se me amontonan los pensamientos y se desordenan, y acaban combinándose de alguna forma confusa, y eso se realimenta dentro de mí. Y no sé por qué me pasa. Antes al menos se podía ir al médico.
    -¿Antes?
    Ella intenta disimular lo que piensa, que es exactamente lo que piensa él, ella trata sencillamente de no estar de acuerdo en nada de lo que él diga.
    -Antes del maldito Volcado.
    Él contesta a las preguntas como si se lo explicara a un niño pequeño. Niños. Qué estúpidos eran. No daban más que problemas. El mundo actual sería un caos si hubiera niños.
    -Antes la gente se moría de deshidratación –dice ella, tratando de seguir llevándole la contraria.
    -Y ahora nos vamos a morir también. ¿Es que no oyes las noticias? –dice él.
    -¿Las noticias? Ess, las noticias siempre dicen lo mismo.
    -Por eso, -dice él- parece mentira que no sepas ya lo que está pasando.
    -Dicen que es tan sólo una crisis temporal.
    -Clara, llevo estudiando el fenómeno mucho tiempo y todo hace muy mala pinta.
    -No quiero seguir hablando de eso.
    De nuevo silencio. Y lluvia, no se escucha otra cosa en la casa gris de unas personas con vidas grises, unas personas que están muriendo de aburrimiento.
    -Clara, creo que tus pensamientos también se están amontonando en algún lugar dentro de ti.
    -Quizá.
    Silencio.
    Lluvia.
    -Todo tiene relación, Clara.
    Por primera vez, ella piensa lo que va a decir, como si por primera vez realmente importara. Como si por primera vez ella fuera a poner las cosas en su sitio, para reivindicar su punto de vista, su idea de las cosas, del mundo, y de su vida en común.
    -No te creas, Ess, cada uno de nosotros es un mundo. Cada vez nos unen menos cosas, cada vez estamos más aislados. Yo lo estoy, tú lo estás, y lo sabes. Ya no quiero seguir hablando.
    -Como quieras.
    -Eso, como yo quiera. Y así todos contentos, cada uno en su isla. Quizá el Volcado no fue tan perfecto como nos quisieron hacer creer.  Tengo la sensación de que ya no te quiero. O al menos no como antes.
    El sonido de la lluvia lo invade todo. La conversación ha acabado. La pintura de las paredes continúa en su proceso de degradación hacia el gris, hacia la vacuidad en la que se está conviertiendo su casa. Vacía de luz, vacía de sentimientos, vacía incluso de aire. Aunque hace mucho tiempo que no existe el aire, la sensación de su ausencia está invadiendo la casa, al mismo tiempo que el pulso electromagnético que sienten dentro de ellos desordena los pensamientos y los recuerdos, como un ovillo de hilo que se va enredando, al mismo tiempo que se deshace para convertirse en cenizas.
    Y no para de llover.

  3. Abrimos la nueva sección "Colecciones" con una recopilación de Efémerides

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    Exégesis tiene el gusto de presentar la primera compilación de esta serie creada por Blas Bigatti, que cuenta en la gran mayoría de sus capítulos con la exquisita colaboración de Marc Roca a los pinceles. Se trata de una de las series más longevas de la revista, que ha conseguido hacerse un hueco en los corazones de sus lectores a través de ingeniosos planteamientos que invitan a la reflexión, con los que Blas y Marc conmemoran determinadas fechas en las que la ciencia es la protagonista.

     Esta primera compilación también es la punta de lanza con la que ésta, nuestra revista, abre un nuevo espacio entre sus secciones: Colecciones Exégesis. Aquí podréis encontrar compilaciones especiales de las series que publicamos habitualmente —que por lo general serán series ya finalizadas— en un formato cómodamente descargable y con interesantes contenidos adicionales —desde bocetos y muestras de guiones hasta procesos creativos, pasando por comentarios de los autores, anexos argumentales y divertidos pin-up—.

    Por el momento ya podéis disfrutar de la primera compilación de las efemérides SCI-FI, la primera de muchas…

    Ir a Colecciones

  4. Número -14

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    Portada 14

    Noviembre – Diciembre 2011. 66 páginas.

    El número catorce de Exégesis viene cargado de cambios, desde el equipo editorial hasta las series, ya que se despiden “Nuestro discreto apocalipsis” y la insigne “El cielo está enladrillado” y comienza “La Tecnobiblia”. Continúan Colapso, Efemérides, La cúpula de los Exégetas y Allman. Las historias cortas continúan abundando y como de costumbre, tenemos las secciones de la Baulera de Allmanzor y El ojo del exégeta. Y no nos olvidamos de los extras con bocetos y pin-ups para saciar la curiosidad de los lectores.

  5. La baulera de Allmanzor: Elije tu juego. Juan Giménez (2002)

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    Queridos amigos viajeros, hoy toca abandonar el pasado lejano y acercarnos al siglo XXI, pues no sólo de antiguas glorias se nutre esta sección.

    Entre las muchas ramificaciones del género de la ci-fi, la de los videojuegos ha alcanzado en los últimos tiempos una popularidad enorme, convirtiéndose en una de las industrias de entretenimiento de más éxito. ¿Qué ocurre cuando los videojuegos y el cómic se unen?

    Elige tu juego. Juan Giménez. Año 2002.

    Fito es un joven estudiante que, como tantos de nosotros, vive seriamente enganchado a las computadoras. Más concretamente a los videojuegos. Cierto día, su amiga Clara le hace llegar una demo de nuevos juegos de la empresa “New world game”. Fito es el primero en probarlos, descubriendo con estupor y no sin horror, que dicho diskette captura al usuario y lo introduce con un realismo pavoroso en los juegos que contiene. Tras sobrevivir a la experiencia, Fito intenta advertir a su amiga, pero no la localiza y él cae dormido durante largo rato. Al día siguiente, Clara es encontrada en estado de coma frente a su computadora. Ella también ha probado el disco demo de los juegos, pero algo malo ha pasado allí dentro y su mente no ha regresado. Desde ese momento, Fito buscará la ayuda de Raf, un experto en videojuegos, para acceder a ese mundo virtual en el que tendrán que jugar una y otra vez en peligrosos laberintos, torres infestadas de trampas, simuladores aéreos y un largo etcétera para encontrar a Clara y poder traer su mente de vuelta a la realidad.

    En Elige tu juego, el dibujante y guionista argentino Juan Giménez despliega todos los trucos visuales que le han encumbrado al olimpo de los ilustradores de cómic. Su indiscutible dominio del color, su asombrosa perfección en el dibujo de vehículos (tanto reales como ficticios) así como de seres imaginarios, y su capacidad de narrador, se conjugan perfectamente en este largo cómic dedicado a todos aquellos que alguna vez han sentido la llamada de esos mundos de bits y pixeles, capaces de hacernos vivir las aventuras más asombrosas siendo los protagonistas y no sólo espectadores. Y es que hablar hoy en día de videojuegos, es hacerlo sobre un medio que ha logrado ofrecernos –gracias a los avances gráficos y al desarrollo de la potencia de las computadoras– historias y vivencias de primer nivel. No en vano el cine también se surte de este mundo para elaborar el argumento de algunas películas, en las que personajes ya afianzados en la mente de los espectadores nacieron como seres que había que controlar con teclas o joisticks.

    Juan Giménez es un ídolo para muchos aficionados al comic y el homenaje que él hace a ese otro mundo gráfico en Elige tu juego es más que acertado e interesante.

    Introduce tu disco de juegos. Accede al menú y elige. No te arrepentirás.