Author Archives: Alex

  1. "Crónicas de la Marca del Este" triunfa en la Feria del Libro de Madrid

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    La antología de relatos de fantasía épica titulada ‘Crónicas de la Marca del Este’,
    compilada por el escritor Rubén Serrano y publicada por Holocubierta Ediciones,
    triunfa estos días en la Feria del Libro de Madrid, donde se ha podido adquirir en
    primicia antes de que saliera a la venta en librerías y centros comerciales de toda España.

    Tras el éxito del juego de rol ‘Aventuras en La Marca del Este’ (que lleva
    vendidas miles de copias), se cuentan por decenas los grupos de ávidos lectores que se
    acercan hasta el madrileño parque de El Retiro para hacerse con un ejemplar de este
    libro de historias basadas en el propio juego.
    La antología incluye los relatos ‘La primera aventura de Bainis de Robleda’, de
    Javier Pellicer Moscardó; ‘El Hacedor de Mundos’, de Magnus Dagon; ‘Más allá’, de
    Vicente García Oliva; ‘En busca del Dîlim robado’, de María Delgado; ‘El rescate de
    Fenton Barmey’, de Megan Maxwell; ‘El canto de la abubilla’, de Juan José Castillo; ‘La
    última aventura de Galiep Malavida’, de José Luis Cantos Martínez; ‘El mito de Darkun’,
    de Tony Jiménez; ‘Hermanos de sangre’, de Ignacio Javier Borraz; ‘La Guardiana de la
    Marca del Este’, de Loli González Prada; ‘Aventuras de Baldvin en el Bosque de la
    Araña’, de María Victoria Albornoz; ‘Scark, el Rey Fantasma’, de Juan Ignacio Carrasco;
    ‘Idólatras en Neferu’, de Fermín Moreno González; y ‘Nidiah y la Cámara de las Almas
    Puras’, de Rubén Serrano.
    Cabe destacar además que, casi tres semanas antes de salir a la venta el libro, los
    lectores tuvieron la oportunidad de adquirir los dos primeros relatos en formato digital,
    a un precio de dos euros, con un fin solidario. Lo recaudado de este modo fue destinado
    a ayudar a los damnificados por el reciente terremoto de Lorca (Murcia).
    Con este volumen arranca lo que será toda una colección de relatos y novelas
    basados en la Marca del Este, que irán saliendo al mercado a lo largo de los próximos
    meses.

  2. Colapso – Capítulo 4

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    4-EL SEÑOR SOLANKI

    El señor Solanki se mira al espejo. Todo está perfecto. El nudo de la corbata. El afeitado. Su peinado. Los puños de la camisa sobresaliendo por los de la chaqueta. Ni una arruga. Como siempre. La reunión de hoy es importante. Muy importante. El Consejo de Administración le ha convocado para una reunión urgente. Y debe tener respuestas, muchas respuestas a muchas preguntas.

    Sabía que llegaría un momento como el que seguro va a vivir a continuación. Lo ha sabido desde el principio. Desde el Volcado. Ha sido todo siempre una cuestión de tiempo.

    El resto de la Humanidad ha vivido de espaldas al problema de los problemas.

    Pero él debe dar respuestas.


    El espejo desaparece y en su lugar hay una puerta. Sabe que tras esa puerta están los miembros del Consejo de Administración de ARK. Si pudiera respirar hondo, lo haría. Tan sólo para tranquilizarse un poco.

    -Maldito Volcado.

    Antes de que él pueda intentarlo, alguien desde dentro abre la puerta de la sala de juntas. La maldita sala de juntas. Aquel lugar en el que problemente se delibera a diario el futuro de las personas. De todas las personas, hombres, mujeres, trabajadores, gobernantes. Todo se decide en la sala de juntas. Y él ahora va a tener que dar algunas respuestas.

    -Señor Solanki, -la persona menos indicada del Consejo de Administración de ARK es quien se le ha adelantado- le estábamos esperando.

    -Disculpen el retraso, caballeros. Señor Sorensen…

    El señor Solanki hace un amago de reverencia a destiempo y la incomodidad le invade por dentro. Entonces recuerda los tiempos de antes del Volcado, y cae en la cuenta de que en aquellas circunstancias habría empezado a sudar salvajemente, algo que no iba a ocurrir ahora, algo por lo que no dejaba de sentir cierto alivio.

    Tan sólo una silla desocupada en la gran sala de juntas, la suya, al lado del señor Sorensen, el Presidente del Consejo de Administración de ARK.

    -No hay problema, se acepta la disculpa, ya sabe usted que en la era moderna se pueden hacer verdaderos milagros con el tiempo.

    El resto de miembros del Consejo de Administración emiten pequeñas carcajadas forzadas ante lo que pretendía ser un chiste de su Presidente, algo muy usual en cada reunión, y que tan sólo servía para poner más nervioso al señor Solanki.

    El señor Solanki ya se ha sentado mientras todos ríen al unísono.

    -Bien, señor Solanki, ya sabe lo que nos ha traído a este lugar.

    Solanki no piensa perder más tiempo. Ha pasado mucho tiempo. Y aunque el señor Sorensen no se equivoca con el poco oportuno cascarrillo que todos sus subordinados han consentido en aplaudir, sabe que el tiempo se agota. Algo que por otra parte era de esperar. La última oportunidad fue hace ya tres años. Tres años solares. Tres años según los parámetros de antes del Volcado. ARK decidió aplicar los parámetros temporales de antes del Volcado.

    ARK… ¿Cómo llegó a convertirse él en asesor externo de ARK? A veces tiene que hacer grandes esfuerzos para recordarlo. No sólo para recordar, también debe hacer grandes esfuerzos para sencillamente sobrevivir. Desde el Volcado, hay que hacer poca cosa para sencillamente sobrevivir, pero en su caso es diferente. Y ahora debe dejar de pensar en todo eso porque se debe a su trabajo, a Exodus y a las respuestas que esperan los miembros de su Consejo de Administración.

    -Por supuesto, caballeros, he traído conmigo el informe elaborado por mi gabinete y publicado en la Intranet hace más de tres años.

    No podía empezar de otra manera. El hecho de avisar ‘ya os lo dije, pandilla de ignorantes’, debe colocar a todo este grupo en su sitio.

    -¿Y bien? –No parece que Sorensen vaya a ponerse él solo en ese sitio. Más bien, parece que Sorensen está a punto de decidir en qué sitio se va a poner todo el mundo en este momento. Siempre hace la misma pregunta para conseguir exactamente eso. El silencio que suele seguir a esta pregunta acostumbra a marcar el primer tanto a su favor, ya que quien haya de romperlo deberá pensar rápido y contestar algo, y dado el rango que ostenta en ARK, esa poco pensada contestación no será precisamente la reina de las respuestas.

    -La situación ahora es mucho peor que hace tres años.

    A pesar de la tensión que el Presidente quiere imponer, Solanki hoy lleva las ideas muy claras. El tiempo se agota. La situación empieza a ser insostenible y él lo había avisado hacía mucho, mucho tiempo.

    -Es obvio, señor Solanki, hemos tenido cuatro quiebras esta semana.

    Sorensen siempre utiliza la palabra ‘obvio’ y todas sus variantes para destapar la poca consistencia de los argumentos que escucha cuando lo que le van a decir no le gusta en absoluto. Es su manera de apuntarse el segundo tanto.

    -Señores, en el informe al que me acabo de referir, el cual yo mismo firmé y que tienen ustedes ya cargado en sus unidades de memoria inmediata, establecía los plazos de actuación para el ‘regreso’.

    -Señor Solanki, sabe que lo del ‘regreso’ lo hemos considerado siempre una auténtica tontería. En el Consejo siempre hemos descartado esa posibilidad. No vamos a volver a ningún sitio. La Humanidad siempre ha mirado hacia delante, nunca hacia atrás. Y lo que usted propone sobre un hipotético ‘regreso’ no es precisamente la mejor manera de avanzar.

    Solanki sabe por dónde va a ir la conversación a partir de ahora. El Presidente del Consejo de Administración de Exodus fue el fundador de la compañía. ARK es la compañía que ideó y patentó el Volcado. ARK le dio a la Humanidad la oportunidad de la vida eterna, tal y como la había soñado. Y ahora ARK no va a hacer volver a nadie a ningún sitio. Eso es lo que el Presidente tiene en la cabeza, pero esta vez Solanki no tiene alternativas, solo hay una manera de llevar esta conversación.

    -Caballeros, el hecho de que ustedes lo hayan descartado no quiere decir que no vaya a tener que ocurrir. Ruego analicen bien el contenido de mi informe. Y les pido por favor, ya que ahora sí han saltado las alarmas, que me escuchen. No es solamente por las quiebras que se están produciendo en cadena, esta vez es diferente, señores. El sistema va a llegar pronto a un punto de colapso irreversible, ruego repasen los detalles del informe. El ‘regreso’ es la única alternativa.

    -Su informe fue rutinario. Señor Solanki, nuestra compañía le paga unos honorarios anuales por este tipo de informes. El informe al que usted se refiere fue analizado por nuestro departamento de finanzas y se tomaron las medidas necesarias.

    Palabras, palabras, palabras. Solanki sabe que aquel informe cayó en su día en un cajón y ahora, tres años después, debe continuar allí. Pero Sorensen quiere hacer ver que sabe lo que ocurre, quiere hacer ver que controla la situación. Pero tan sólo son palabras en la superficie. Sorensen nunca ha profundizado en las finanzas, le dan grima, y Solaki lo sabe.

    -No. No fue un informe rutinario. Fue un informe que era necesario, que yo mismo presupuesté, autoricé y firmé una vez finalizado. Aquel informe fue facturado fuera de nuestros honorarios, porque se hizo en un momento que nuestro gabinete consideró necesario, cuando todavía había algo que hacer. Solo tiene que ver las fechas de los informes de hace tres años y las facturas que su compañía recibió de nuestro gabinete.

    Ese tanto vale por dos. Dos a dos. Sorensen se limita a descargar una mirada fulminante a todos y cada uno de los miembros de su Consejo de Administración. Obviamente, nunca le llegó el informe, y por supuesto, nunca ha dedicado un solo minuto a verificar fechas y facturas de un gabinete de consultoría. Rodará alguna cabeza. Seguro. Solanki empieza a verse ganador.

    -Espero que analicen concienzudamente el informe. Aunque no hay mucho tiempo. La situación exige decisiones drásticas e inmediatas, así que apelo a la eficiencia y capacidad de análisis que siempre ha caracterizado a sus expertos. Les espero en esta misma sala dentro de tres minutos.

    Solanki les acaba de dar un plazo de tiempo. Corto, pero el plazo lo ha marcado él. Tres a dos. Solanki gana.

    Tres minutos. Tiempo más que de sobra para que aquel pequeño grupo de dioses estudiaran el contenido de las veinticinco mil páginas de aquel informe, y sacaran sus conclusiones. Hasta hoy habían hecho oídos sordos a todo lo que su gabinete había hecho durante los últimos cinco años.

    Algo que por otra parte era de esperar.

  3. “¿Qué ocurre tras una membrana de singularidad?” Entrevista a Serafín Gimeno

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     Serafín Gimeno Solà es un jardinero singular. Nuestro hombre vive en Banyoles (una preciosa localidad catalana célebre por su estany, el magnífico lago que alberga) y además de jardinero es un escritor novel de género fantástico y ficción científica, y también de ensayos ambientalistas y de psicología. De hecho, es un magnífico escritor que cuenta en su haber con un buen repertorio de relatos inéditos más una novela pendiente de publicación, y estamos encantados de poder contar con él en nuestra revista. Recientemente, Serafín ha ganado el primer premio del III concurso de relatos “Ovelles elèctriques” con Singularidades, narración que tenemos el placer de ofrecer hoy mismo a los lectores de Exégesis. Esta es, por lo tanto, una ocasión ideal para acercarnos al autor y a sus inquietudes, y conocer así un poco mejor a uno de los generosos colaboradores gracias a los cuales todo este tinglado llamado Exégesis cobra sentido. Serafín, incauto, nos ha concedido esta entrevista via correo electrónico…

    “Serafín Gimeno, ganador del Ovelles elèctriques 2011”

     EXÉGESIS (E): Un jardinero escritor. No hay nada que impida esta bucólica combinación, desde luego, pero lo cierto es que de entrada sorprende un poco. ¿Hasta qué punto se vinculan ambas esferas en tu universo creativo?

    SERAFÍN (S): Lo de la jardinería es un accidente (tengo que ganarme la vida mientras escribo), si bien es cierto que en la jardinería existe un vínculo con la biología (uno de mis grandes intereses). Un vínculo que suelo explotar, pues tanto la jardinería como la biología están presentes en mis relatos en mayor o menor medida.

     E: Cierto, la huella de tu interés por la ecología puede observarse claramente en algunos de tus relatos…

    S: Como dije, me interesa la biología y a través de ella (lógico si te preocupa la desaparición de especies vegetales y animales) llegué a la ecología. Como tema trascendental, la ecología es un buen “leitmotiv” con el que adornar y enriquecer cuentos y novelas. El cambio climático, el agotamiento de los recursos, nuestro deceso como especie dominante, son temas que recorren el cine y la literatura de género con historias profundas e inquietantes.

     E: Tus textos abarcan varios géneros y temas, pero la ciencia-ficción y el fantástico se imponen claramente en tu obra narrativa. ¿Qué buscas en estos mundos que no puedas encontrar en otros?

    S: Podría recurrir a aquello de que, a través de los mundos imaginarios de la ciencia-ficción, puedes construir un lenguaje en clave para hablar del mundo real, del que nos interesa a todos; pero eso está muy “manido”. En realidad, las más de las veces, y sin que ello menoscabe esa primera intención, recurro al género por comodidad. En el fantástico o la ciencia-ficción el mundo que creas puede llegar a ser personal e intransferible; en definitiva, construyes un universo a tu medida. Cosa que no podrías hacer con la novela histórica, por ejemplo.

     E: Has ganado el III premio “Ovelles elèctriques”, y ya habías sido proclamado finalista de una edición anterior del mismo certamen, y también del “Azorín de novela”. ¿Qué suponen este tipo de reconocimientos para el autor novel?

    S: Suponen mucho, escribir es un trabajo muy solitario que además genera una gran inseguridad. Cuando terminas algo, nunca estás seguro de lo que has hecho. ¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Tendrá calidad suficiente? ¿He perdido el tiempo? ¿Qué sentido tiene escribir? A medida que llega el reconocimiento el ánimo sube y aprendes a valorar mejor tu propia obra. Eso sí, hay que mantener un equilibrio entre humildad y seguridad. Evitar ir de “sobrao” porque siempre te quedará algo por aprender y niveles a los cuales nunca llegarás. Pero eso es algo aplicable a todas las facetas de la vida.

     E: Uno no siempre puede contar con una presentación a cargo del autor antes de empezar a leer: ¿qué puedes contarles sobre Singularidades a tus inminentes lectores sin que eso les estropee la lectura?

    S: Con Singularidades intentaba crear una historia circular y a la vez hablar de la mente humana. En concreto, de los mecanismos de la memoria.

     E: El de Scott Lynch (uno de los personajes de Singularidades) es un nombre de lo más inocente, desde luego.

    S: Aquí podría dármelas de cultureta, de creador de elaborados guiños literarios y cinematográficos. Pero todo es mucho más prosaico, escojo los nombres de mis personajes al azar; como mucho, tengo en cuenta sus sonoridades.

     E: ¿Tienes autores de referencia en el campo de la ciencia-ficción?

    S: Soy muy clásico: Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin, J. G. Ballard, Philip K. Dick, Stanislaw Lem, Italo Calvino… Algunos no considerarán del ramo a este último, pero tiene obras como Las ciudades invisibles o Las cosmicómicas (una auténtica delicia) que merecen figurar en el panteón del fantástico.

     E: A veces resulta que no hay nadie como los autores para recomendar algún título insospechado, alguna firma tan fascinante como desconocida. ¿Puedes descubrirnos alguna ignota joya del género que te haya conquistado?

    S: Recuerdo a un autor, James Morrow, y su libro, Remolcando a Jehová. Más que el estilo (convencional) llama la atención el argumento de la novela. Para progresar como personas adultas todos tenemos que “matar al padre” (de forma literal o metafórica). De modo que Jehová o Yahvé (el dios del Antiguo testamento), afligido por el rumbo autodestructivo de una humanidad infantilizada, decide suicidarse y exponer su cuerpo gigantesco en las aguas del Pacífico. Con esta estrategia anuncia a las claras su muerte y ofrece a los seres humanos la oportunidad de independizarse, de vivir por si mismos sin la tutela o amenaza de ningún credo.

     E: Debemos confesar que nos encantan tus narraciones. Y nos sorprende que no hayas publicado más, pues el nivel es muy alto. ¿Te interesa esta posibilidad?

    S: Gracias por el piropo, ¿cómo no va a interesarme? No es fácil introducirse en el mercado editorial, es una cuestión de calidad y o comercialidad, además de mucha tozudez. Firmé un contrato para la publicación de mi novela, Yakutia, por la editorial Ajec (imagino que saldrá este año). Está inspirada en un viaje que realicé a bordo del Transiberiano. Me lo pasé muy bien escribiéndola, en parte fue como volver a subirse a ese mítico tren.

     E: Además de disfrutar de relatos como los tuyos, Exégesis presta mucha atención al cómic de ciencia-ficción. ¿Conoces el medio? ¿Lees este tipo de obras?

    S: La ciencia-ficción me interesa en cualquiera de sus facetas. En cuanto al cómic, creo que Exégesis cuenta con autores de mucha calidad.

     E: Hasta ahora en Exégesis solo te habíamos podido leer con Las dos muertes del Capitán Zabaleta, magnífica lectura que recomendamos encarecidamente, y desde hoy podemos disfrutar del premiado Singularidades. ¿Podremos contar de nuevo con tu firma en la revista?

    S: Eso depende de Blas Bigatti, el administrador. Le envié un par de archivos con montones de cuentos. Supongo que es una postura muy comodona, iré seleccionando un relato cada cierto tiempo y propondré su publicación dándole la tabarra en dosis justas o hasta que me eche por cansino. 

    “Ilustración de Franki para la colección de microrrelatos Sala de Despiece”

    E: Queremos seguirte la pista. ¿Cómo o dónde podemos leerte, más allá de nuestras páginas?

    S: Bueno, publiqué un par de relatos en “Tauzero” (una página chilena sobre el fantástico y la ciencia-ficción realmente buena), El gen de la muerte y La lupa. También podréis encontrarme en la antología recopilatoria de los relatos participantes en “Ovelles elèctriques”, en sus dos convocatorias (la tercera está en preparación). A través de la web encontraréis más información:

    http://ovelleselectriques.blogspot.com/

    Tengo muchas esperanzas puestas en el futuro, además de mi próxima novela tengo un proyecto a medias con Franki, el autor de El cielo está enladrillado y gran dibujante de la Casa. Sala de despiece, se trata de un libro ilustrado compuesto de relatos cortos (algunos son “micro”), en los que se aborda la condición humana desde el humor negro, con algunas dosis de ternura. Tampoco demasiadas.¡Ah! Se me olvidaba, tengo unos seis microrelatos publicados en “Quimicamente impuro”, la estupenda página del escritor argentino Sergio Gant Vel Hartman.

    E: Regálanos optimismo o lo que tú quieras. ¿Qué le deseas a Revista Exégesis?

    S: Que permanezca en la cresta de las revistas digitales por mucho tiempo, que sus colaboradores (dibujantes, guionistas, entrevistadores…) se forren o al menos puedan llegar a vivir de su afición, que llegue a portada del “menéame”, que sobreviva a la invasión marciana y se convierta en portavoz del gobierno de ocupación, que mantenga una oficina subacuática tras el cambio climático (me gustan los acuarios y cuando el pez eres tú ya tiene que ser la “hostia”), que se recicle en agencia periodística para informar en directo sobre el progreso de la epidemia zombie que está por llegar…

     E: Para terminar, y volviendo sobre los pasos de la ecología… ¿Sabremos conservar el estany de Banyoles para el futuro?

    S: Para el que no lo sepa, “estany” significa lago en catalán (no está de más repetirlo dado el ámbito internacional de los lectores de Exégesis). Estaba prevista la creación de un parque natural que englobara el perímetro del lago y de buena parte de su cuenca de recepción, pero con el cambio de gobierno en Catalunya el proyecto se encuentra paralizado. La palabra “conservacionismo” (que no “conservadurismo”) le produce sarpullidos a la derecha. Aún así, la última campaña de cerco al lago y a su ecosistema (la creación de un núcleo urbano y la construcción de un hotel en plena cuenca de recepción) fue detenida unos años antes de la crisis (en pleno “tsunami del ladrillo”) por un pequeño grupo de activistas en el que tuve el honor de militar. La “Associació per la defensa de L’Estany de Banyoles”, un grupo creado a toda prisa para hacer frente a la amenaza inminente.

     E: Muchas gracias Serafín, ¡y felicidades!

     
     
  4. Singularidades

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    El bombardero B-52 proyectaba su estabilizador vertical, su picudo apéndice caudal contra el ocaso, contra un cielo fragmentado en estrías color naranja debido a la inminencia de la noche. Durante el conflicto habíamos perdido la mayor parte de los reactores de última generación; por ello, no me sorprendió que nuestro ejército recurriera a modelos obsoletos rescatados de los museos, para transportar y arrojar sobre el enemigo nuestros recursos bélicos.

    El B-52 era un bombardero subsónico de largo alcance dotado de ocho motores a reacción. Fue usado para patrullar los cielos durante los primeros tiempos de la Guerra fría, antes de su substitución por los misiles intercontinentales. Como si se tratara de un vencejo, la máquina hacía vida en el aire, dormía y repostaba en las altas capas de la atmósfera, presto a verter sus bombas atómicas sobre el enemigo rojo de aquel entonces. Retirados como chatarra en Tucson, Arizona, a un lugar llamado Boneyard, un extenso cementerio de aviones de guerra, el Alto mando decidió reparar cierto número para asignarles un último servicio.

    Subí al aparato por la rampa de carga situada en la cola. Había un hombre en la bodega. Lo que transportábamos me sobrecogió de tal manera que al principio no reconocí quién era. Había diez bombas temporales en la panza del viejo aparato, los instrumentos de aniquilación más sofisticados creados hasta la fecha por el género humano. Contemplé las bombas, alineadas una detrás de otra como el inofensivo ramillete de un collar de cuentas; no parecían capaces de desplegar todo el terrorífico potencial que se les atribuía. La visión de aquel armamento de última generación en las entrañas de una antigualla me produjo cierta perplejidad. Material de guerra moderno preparado para ser usado a través de un medio obsoleto.

    Dejé a un lado mi nerviosismo y expectación para fijarme en el otro ocupante de la bodega. Era un hombre espigado, de cuerpo fibroso y expresión adusta. Pude reconocerle, se trataba de Scott Lynch, uno de los pocos expertos sobre bombas temporales. Su presencia a bordo revelaba la importancia de nuestra misión. Nos movíamos; suspendí mis especulaciones a la espera de momentos más tranquilos, sin la incertidumbre del despegue. El pájaro metálico levantó el vuelo sobre la desvencijada pista que habría de conducirnos al cielo, planeó por encima de unas anticuadas instalaciones provistas de torres de control y balizas luminosas empotradas en la superficie de cemento. Inmersos en las alturas, el B-52 atravesó una zona de turbulencias. Lynch y yo danzamos de forma grotesca en la bodega, sin una orquesta que acompasara nuestros torpes pasos de baile. La nave recuperó la estabilidad.

    Es un medio de transporte arriesgado, pero tiene sus ventajas —dijo Lynch—. El enemigo no espera que le ataquemos con semejante chatarra. Como sabes, los tratados internacionales de los últimos años han limitado las operaciones bélicas al espacio estratosférico, las primeras capas de la atmósfera han sido reservadas para uso civil. De modo que obtendremos paso franco, creerán que ésta es una nave de recreo. Estate atento y cumple con tu cometido. En cuanto te lo ordene, tiras de la palanca que abre la compuerta de expulsión. Volamos directos hacia el estado mayor del enemigo. Estas bombas son nuestra última baza para ganar la guerra —añadió, en un intento por infundir unos ánimos que, sin duda, tanto él como yo necesitábamos.

    Pensé en el efecto que las bombas producirían en el enemigo. Una vez, como soldado de infantería, pude apreciar las consecuencias que esas armas ocasionaban en el campo de batalla. En un avance caótico a primera línea de frente, el enemigo nos atacó con morteros que vomitaban bombas temporales sobre nosotros. Allí donde caían, escuadras completas quedaban presas con todo su equipo tras una membrana de singularidad. Eran como gotas gigantes de rocío que apresaran legiones de hormigas en su interior. Una densa niebla se alzaba tras la película membranosa, por lo que era imposible saber qué ocurría en el interior de las gotas de rocío. Perforarlas era inviable; potentes campos de fuerza protegían su estructura. Aproveché la presencia del experto para preguntar aquello que todos los soldados queríamos saber.


    ¿Qué ocurre tras una membrana de singularidad?

    Lynch me observó sentado sobre el cuerpo metálico de una de las bombas, en el extremo de la hilera más próxima a la cabina del piloto.

    Típica pregunta de neófito. Para que entendieras el efecto de la singularidad, debería hablarte de la relación existente entre la mente humana y la naturaleza del tiempo.

    No importa, tenemos poco que hacer hasta llegar al punto de ataque —expuse mi ansia por saber.

    ¿Qué es para ti el tiempo?

    Una sucesión de acontecimientos que se prolongan desde el pasado hasta el presente, para proyectarse hacia el futuro —le respondí con aquello que dictaba el sentido común de la mayor parte de los mortales.

    Totalmente incierto. Ya Aristóteles creía que tanto la memoria como la imaginación eran una sola potencia del alma. La memoria almacena las experiencias vividas en forma de imágenes, y la imaginación recurre a esas imágenes para construir el mundo temporal en el que nos movemos. Esta combinación de memoria e imaginación nos oculta el hecho de que vivimos en un presente constante, la memoria ordena la percepción de la realidad de éste presente continuo a través del archivo de unas imágenes almacenadas de forma lineal, de derecha a izquierda o de izquierda a derecha. Esta estrategia de almacenamiento es la que confiere a la conciencia la sensación de adelante y atrás, antes o después. A partir de ahí es cuando crece en nosotros la ilusión de “pasado”, algo que solo existe en nuestra memoria. Pues en el mundo real, difícilmente objetivable debido a nuestras carencias como sujetos, solo existe la línea continua del presente. Aunque se trate de un presente móvil que huye de lo estático con ayuda del cambio continuo.

    Inspeccioné el rostro del físico, del experto integrado a una industria bélica que no había hecho más que crecer de forma exponencial desde el hacha de silex; sus ojos parecían más animados. Hablaba de su trabajo con entusiasmo, con el orgullo con que un padre hablaría de la graduación de un hijo universitario.

    Con el futuro ocurre tres cuartos de lo mismo —prosiguió—. Usamos de la imaginación con objeto de especular sobre él, atiborramos el futuro de teorías cuyas premisas extraemos de los archivos de la memoria. Y tanto el futuro como el pasado pueden ser reinterpretados continuamente. La diferencia entre uno y otro, es que sabemos que el futuro es una construcción mental mientras que, al mismo tiempo, ignoramos que el pasado responde a esa misma clasificación; pues los acontecimientos pasados nos proporcionan una falsa sensación de precisión. Y eso es así desde el momento en que, cada vez que invocamos un recuerdo, no acudimos al archivo original, sino a una fotocopia del mismo, a una imagen que recreamos a partir de una copia que extraemos de las vivencias enlatadas del recuerdo. Imagínate lo que esto representa, una fotocopia de una fotocopia de una fotocopia; piensa en el error acumulativo que ocasiona este proceso de adulteración en los archivos de la memoria.

    Todo esto está muy bien, pero sigue sin responderme a la pregunta. ¿Qué ocurre en el interior de una membrana de singularidad?

    La bomba corta la reinterpretación de la memoria, el recurso a la fotocopia. Presos de un bucle, los afectados por la singularidad repiten un fragmento de su presente de forma perfecta e indefinida.

    ¿Indefinida? —pregunté—. ¿No hay forma de detener el proceso?

    No que nosotros sepamos.

    Lynch interrumpió sus explicaciones; atravesábamos otra zona de turbulencias. Nos agarramos donde pudimos para no salir despedidos contra el techo o las paredes de la nave. Escuchamos un tremendo rugido, como si el metal del avión fuera cercenado por unas tijeras gigantescas. Las turbulencias habían arrancado de cuajo el estabilizador vertical y el desgarro en el fuselaje ocasionó la esperada descompresión. Debido a ello, un verdadero huracán se desató en el interior de la bodega. Las bombas, pese a estar aseguradas con una red, empezaron a golpear unas contra otras.

    ¡Las bombas! —gritó Lynch por encima del rugido del huracán—. ¡Tenemos que evitar que colisionen entre sí!

    ¿Qué ocurre tras una membrana de singularidad?

    Lynch me observó sentado sobre el cuerpo metálico de una de las bombas, en el extremo de la hilera más próxima a la cabina del piloto.

    Típica pregunta de neófito. Para que entendieras el efecto de la singularidad, debería hablarte de la relación existente entre la mente humana y la naturaleza del tiempo.